martes, 30 de octubre de 2012

El modernismo
El movimiento literario y artístico llamado el modernismo empezó en 1880 y duró hasta aproximadamente 1910. Los modernistas lograron una identidad literaria completamente nueva por rechazar lo convencional de los movimientos anteriores. En el nuevo sentido del << arte por el arte>>, el objectivo principal del modernismo era la pureza estética y la búsqueda por la belleza absoluta. La inspiración modernista derivó de la antiguedad greco-romana y del Lejano Oriente. El modernismo hispanoamericano se basó en las ideas de los parnasianos, que fundaron una escuela literaria durante la segunda mitad del siglo XIX que enfatizó la separación entre el arte y la política. Aunque esta división no se estableció completamente en Latinoamérica por los autores y activistas como José Enrique Rodó, el modernismo se enfoca por gran parte en el valor del arte misma y no el contenido social o político de la literatura.
Jefe honra, pintado por Alejandro Xul Solar, Argentina, 1923; Collection Marion & Jorge Helft, Buenos Aires

La primera fase y José Martí
Se dividió la época modernista hispanoamericana en dos fases principales. La primera se extendió de 1880 a 1910 y representó el fuerte deseo latinoamericano de liberarse literalmente y separarse ideológicamente del dominio español.
Muchos críticos consideran a José Martí como el iniciador del movimiento modernista. Su obra refleja la gloria de su patria cubana en vez de las cosas lejanas y exóticas que caracterizan la poesía de otros modernistas. Martí nació en La Habana y luchó por la independencia de Cuba por la mayoría de su vida. Por sus actividades subversivas Martí fue desterrado dos veces a España donde comenzó a escribir Versos libres y Flores del destierro, dos colecciones de poemas publicadas póstumamente. Aunque Martí escribió en un estilo muy personal y enfocó en muchos temas románticos como la libertad y el amor, se considera modernista por su gran afán de la belleza.
José Martí.

Poesía de Martí
Yo soy un hombre sincero. . .
Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma,
y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma.
Yo vengo de todas partes,
y hacia todas partes voy:
arte soy entre las artes,
en los montes, monte soy.
Yo sé los nombres extraños
de las yerbas y las flores,
y de mortales engaños,
y de sublimes dolores.
Yo he visto en la noche oscura
llover sobre mi cabeza
los rayos de lumbre pura
de la divina belleza.
Alas nacer vi en los hombros
de las mujeres hermosas:
y salir de los escombros,
volando las mariposas.
He visto vivir a un hombre
con el puñal al costado,
sin decir jamás el nombre
de aquélla que lo ha matado.
Rápida, como un reflejo,
dos veces vi el alma, dos:
cuando murió el pobre viejo,
cuando ella me dijo adiós.
Temblé una vez- en la reja,
a la entrada de la viña,-
cuando la bárbara abeja
picó en la frente a mi niña.
Gocé una vez, de tal suerte
que gocé cual nunca: -cuando
la sentencia de mi muerte
leyó el alcaide llorando.
Oigo un suspiro, a través
de las tierras y la mar,
y no es un suspiro, -es
que mi hijo va a despertar.
Si dicen que del joyero
tome la joya mejor,
tomo a un amigo sincero
y pongo a un lado el amor.
Yo he visto al águila herida
volar al azul sereno,
y morir en su guarida
la víbora del veneno.
Yo sé bien que cuando el mundo
cede, lívido, al descanso,
sobre el silencio profundo
murmura el arroyo manso.
Yo he puesto la mano osada,
de horror y júbilo yerta,
sobre la estrella apagada
que cayó frente a mi puerta.
Oculto en mi pecho bravo
la pena que me lo hierre:
el hijo de un pueblo esclavo
vive por él, calla y muere.
Todo es hermoso y constante,
todo es música y razón,
y todo, como el diamante,
antes que luz es carbón.
Yo sé que el necio se entierra
con gran lujo y con gran llanto.-
Y que no hay fruta en la tierra
como la del camposanto.
Callo, y entiendo, y me quito
la pompa del rimador:
cuelgo de un árbol marchito
mi muceta de doctor.
*<<Yo soy un hombre sincero. . . >>, José Martí; Texto y vida; Introducción a la literatura hispanoamericana ed. Bárbara Mujica, Fort Worth: Harcourt Brace Jovanovich College Publishers, 1992. (1) Malembo, The God of the Crossroads, 1943; pintado por Wifredo Lam, Cuba; Collection Mr. and Mrs. Joseph R. Shapiro, Oak Park, Illinois.
(2) Oque Orisi, 1944; pintado por Wifredo Lam, Cuba; Private Collection, New York.

La segunda fase y Rubén Darío
La segunda fase del modernismo comenzó en 1888 con la publicación de Azul, la pequeña colección de poemas y cuentos escrita por el nicaraguense Rubén Darío. Esta fase se caracterizó por la afirmación de una conexión entre Latinoamérica y España. El espíritu de panamericanismo que existió durante la primera fase se rompió por la intervención excesiva de los Estados Unidos en los asuntos nacionales de los paises latinoamericanos. Por su hostilidad hacia su vecino norteamericano estos paises se unieron para enfocar en los legados que habían heredado de su país maternal de España. Además del estilo tan original de Darío, se notan también la musicalidad y las imágenes exóticas y delicadas en los poemas de Azul. Sus obras más conocidas son Prosas profanas (1896) y Cantos de vida y esperanza (1905).

Poesía de Darío
El sueño de Doña Marina 2, 1977; pintado por Alberto Gironella, México; Centro Cultural/Arte Contemporáneo, la Ciudad de México.

Sonatina
La princesa está triste. . . qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso olvidada se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real,
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida)
Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(La princesa está pálida. La princesa está triste)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
-Calla, calla, princesa- dice el hada madrina,-
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor!
*<<Sonatin>>a, de Prosas profanas y otros poemas; Rubén Darío
TOMADO DE :  http://home.wlu.edu/~barnettj/Holding/01/phillipsg/sigloXX_modernismo.htm

lunes, 29 de octubre de 2012

LENGUA Y ESTILO EN LA PROSA DE JOSÉ MARTÍ
 

Evarista Ramírez Lafont
Teresa Beltán Vigó
evaristaramirez@yahoo.es
 


 
Estudiar a José Martí significa aprovechar una de las mejores oportunidades para la comprensión del proceso histórico y cultural, no solo de Cuba, sino de Latinoamérica. Los estudios sobre la literatura hispanoamericana y cubana señalan que, en las postrimerías del siglo XIX, más exactamente en su último tercio, se inicia en esta región del continente, un movimiento renovador en el campo de las letras, que se denominó “Modernismo”, y que alcanzó su más alto quilate en el campo de la poesía.
Esta voluntad de cambio, de búsqueda de nuevas formas de expresión, tuvo sus primeros brotes en varias naciones simultáneamente; algunas tienen el honor de haber sido las iniciadoras; y otras, el mérito de haberl elevado a su máximo esplendor los nuevos modos expresivos.




Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Ramírez Lafont y Beltán Vigó: Lengua y estilo en la prosa de José Martí, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, mayo 2009, www.eumed.net/rev/cccss/04/rlbv.htm
La pléyade de escritores que encabezan el movimiento modernista en Latinoamérica no es amplia; fueron solo siete autores, considerados como poetas y prosistas a la vez, y que representan a sus respectivos países en esa búsqueda de nuevos horizontes en la creación literaria. En este quehacer se incluye Cuba, pues en el Caribe no es amplia su repercusión. Los autores encargados de traer a la literatura de la región lo nuevo:
Cuba - Julián del Casal (1893)
Cuba - José Martí (1895)
México - Manuel Gutiérrez Nájera (1895)
Colombia - José Asunción Silva (1896)
Uruguay - Julio Herrera y Reissig (1910)
Nicaragua - Rubén Darío (1916)
México - Amado Nervo (1919)
Coincidentemente cuatro de ellos mueren en la última década del siglo. Cuba pierde sus voces mayores con la muerta de Martí y Julián del Casal; también Colombia sufre la ausencia de José Asunción Silva, y México, la de Manuel Gutiérrez Nájera. Después de 1896 solo tres países continúan el rumbo trazado por el Modernismo, único hecho cultural que logró invertir la dirección del influjo en la relación entre Europa y América.
Los críticos que se han ocupado del análisis de la creación literaria de José Martí, en los últimos treinta o cuarenta años, han demostrado que fue Martí el primero no solo en postular los principios de la nueva orientación estética que cambiaría el panorama de las letras en la América hispana, sino que, simultáneamente, ya venía introduciéndolos tempranamente en su práctica escriturar, durante el período de su estancia en México y Guatemala (1875- 1877). En esta etapa ya Martí exhibe una prosa rica y profunda por las ideas que expresa; pero, sobre todo, hermosa y auténtica por la forma de expresión que emplea para el tratamiento de cualquier tema de la realidad que lo rodea. Martí ya exhibe una prosa llena de vigor que se nutre de la dramática realidad de los pueblos del “sur del río Bravo”, y de la preocupación que tenía este intelectual, y político visionario, sobre el destino de estos pueblos en su relación con “el gigante de las siete leguas”.
Muestra de esa prosa renovada son sus crónicas periodísticas, escritas para la opinión pública hispanoamericana, a través de los órganos de prensa de mayor audiencia en la región:
La Opinión Nacional (Caracas)
La Nación (Buenos Aires)
El Partido Liberal (México)
La República (Honduras)
De 1881 son sus principales enunciados teóricos expresados, en primera instancia, en el segundo número de la Revista Venezolana, que fue fundada por él en ese año. En ella defendió el derecho que tienen los escritores de hacer uso del color, el simbolismo y la musicalidad, elementos que caracterizaron a la poesía francesa de la época y que él conocía muy bien.
1875 es el año en que, según el criterio general de los analistas de la obra martiana, Martí comienza a emplear en sus escritos, símbolos y colores de profunda connotación tales como: azul, blanco, oro, luz, porcelana, mármol, yugo, estrella, sol, etc. Como se puede observar, todos estos elementos nos llevan a evocar un campo semántico que tiene un vórtice, una idea central: la pureza, lo auténtico, lo incorruptible, lo resistente, lo hermoso; como lo es su propia ética y que van a ir marcando uno de los rasgos de su estilo propio.
El papel de Martí en ese renovación denominada Modernismo ha desatado muchas polémicas entre los estudiosos de su obra: Federico de Onís (1961), Juan Marinello (1965), Ángel Rama (1974), Roberto Fernández Retamar (1975) e Iván Schulman (1969), entre otros, y que, por razones obvia, no entraremos aquí en el análisis de los diferentes puntos de vista al respecto.
Lo que sí ha quedado claro es que la labor renovadora de Martí es de un alcance que va más allá de la literatura, se extiende a otras dimensiones de la sociedad: histórica política, ética, ideológica, educativa, etc. Para Martí el cambio que se necesitada no era solo de forma sino, sobre todo, de esencia. Por eso en 1881 escribirá: “…No habrá literatura hispanoamericana hasta que no haya Hispanoamérica”.(1)
Cómo llega José Martí a forjarse un estilo, una manera de escribir, que ha dado quehacer a sus lectores, tanto contemporáneos suyos como actuales.
La formación humanista que recibió José Martí, se inicia desde las enseñanzas de su maestro Rafael María Mendive y se van enriqueciendo hasta alcanzar sus títulos académicos, primero, de Bachiller, y luego, los de Licenciado en Derecho Civil y Canónico, y Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza (en el breve lapso de un año y medio (mayo de 1973- octubre de 1874). Tantos frutos en tan poco tiempo nos habla de su acelerado desarrollo intelectual y de su madurez en el aspecto intelectual. Esta formación le permitió adquirir una conciencia de la importancia que tiene el esmero en el uso del idioma, de la lengua, lo que sería en lo adelante, su principal arma para lograr los altos objetivos que se proponía.
Múltiples son las reflexiones que hizo José Martí sobre el uso de la lengua; muestras de ello son las siguientes:
“¡Oh!, la palabra, como viento que enciende, saca las llamas del espíritu al rostro (…) Mas la palabra tiene alas, y vuela caprichosa, y se entra en mundos ignorados e imprevistos”.(2)
“No hay como esto de saber de dónde viene cada palabra que se usa, y qué lleva en sí, y cuanto alcanza, ni hay nada mejor para agrandar y robustecer la mente que el uso esmerado y oportuno del lenguaje”.(3)
Martí tenía conciencia de lo difícil que resultaba su estilo al lector común; al respecto, expresó:
“(…) las sinuosidades de mi estilo, inevitables, por la armazón en que me ocurre el pensamiento”.(4)
Él mismo reconoce en estas palabras que su escritura es compleja, lo cual está dado, fundamentalmente, por dos factores que, en nuestro juicio, son los fundamentales: PRIMERO, la vastedad de su cultura que le permite establecer, constantemente, profusas relaciones intertextuales entre los más diversos campos del conocimiento, especialmente, la historia universal, la literatura y el arte; tres elementos que, integrados forman la base sustentadora de la amplia cultura que poseyó José Martí.
Martí contribuyó al aporte que hizo la América hispana a la lengua española, a partir de sus innovaciones y la legitimación de lo más puro de las raíces hispánicas, enriqueciéndolas con los elementos propios de la nueva realidad insurgente, de la América nuestra. Vivencias, conocimientos, motivaciones, emoción, y principios éticos profundos, están en la base de todo lo que escribió Martí en los diferentes géneros que cultivó: la crónica periodística, el ensayo, la poesía, la oratoria, el cuento, el teatro, la novela, el arte epistolar y, el apunte o notas ocasionales.
En la obra martiana se observa un estilo propio, inconfundible; cuando se lee una frase suya, una idea o una página entera, sobre cualquier tema, el lector entendido en la materia reconoce la presencia del Maestro, sin haber indagado antes sobre quién es el autor de lo que lee. Es que Martí logró un estilo, una manera peculiar de expresar sus ideas tanto en la lengua oral como escrita. Pues, el estilo de un escritor es su sello personal; es la manera propia que tiene de hacer y expresarse como individualidad humana y como sujeto social, lo cual se acentúa aún más en escritores y artistas cuya personalidad se revela con gran fuerza en toda su creación. Pero en Martí se integran esas cualidades y algo más; fue un pensador profundo, un político con visión de futuro y un sociólogo atinado.
SEGUNDO: la complejidad de la escritura de José Martí que es reconocida por los especialistas que se han dedicado y se dedican al estudio de este tema. Hay consenso sobre que lo que caracteriza su manera de escribir es la conjugación de elementos diversos, lo cual hace que el lector común al enfrentarse al texto martiano, muy frecuentemente, encuentre una barrera: la sintaxis, la manera peculiar de componer el período oracional en el cual son frecuentes las extensas oraciones psicológicas y el uso, muy marcado, del hipérbaton; por ello la lectura de la prosa con estas características se torna difícil, si el lector no está bien entrenado y conoce estos rasgos del uso del lenguaje en José Martí. A pesar de ello, hoy contamos con anécdotas sobre la magia del verbo martiano que han pasado a ser antológicas, porque nos hablan del poder de persuasión que tenía José Martí. Así lo confirman los ejemplos siguientes:
(…) Un mambí exclama: “¡No lo comprendíamos, pero estábamos dispuestos a morir por él! “ Otro asegura: “Me glorifico de haber nacido tan solo por placer de haberlo oído”.Un tercero, capitán del Ejército Libertador, declara:” Su decir era prodigioso sus palabras parecía que venían de un ser sobrenatural”, (5)
En su discurso del 10 de Octubre de 1990, Martí expresó:” Las palabras deshonran cuando no llevan detrás un corazón limpio y entero. Las palabras están demás cuando no fundan… “ (6)
Hay en estas ideas una tácita alusión a su propia manera de de escribir, tiene conciencia de que su estilo causa asombro, tanto por las ideas como por la forma; por eso aclara:
“De esmerado y pulcro han motejado algunos el estilo de algunas de las sencillas producciones que vieron la luz en nuestro número anterior”.(7) Se está refiriendo al primer número de la Revista que había fundado en Venezuela en 1881. Y, seguidamente, se pregunta: “¿cuándo empezó a ser condición mala el esmero? Solo que aumentan las verdades con los días, y es fuerza que se abra paso esta verdad acerca del estilo: el escritor ha de pintar, como el pintor. No hay razón para que uno use de diversos colores y no el otro. Con las zonas se cambia de atmósfera, y con los asuntos de lenguaje. Que la sencillez sea recomendable, no quiere decir que se excluya del traje un excelente adorno.” (8)
En su manera de emplear el lenguaje Martí combina lo puramente castizo con nuevas maneras de expresión; por eso es que en toda su escritura podemos encontrar, indistintamente, arcaísmos y neologismos; ideas cuya elaboración se hace a través de la síntesis, la sentencia, lo aforístico, provocando una sintaxis breve y concisa; y otras, en las que se acude a una construcción de carácter argumentativo y, por tanto, la sintaxis es extensiva, por el uso de la subordinación, como el elemento gramatical fundamental en la estructuración del período u oración psicológica. En síntesis, en la prosa martiana se combinan los períodos largos y breves o cortos, según prefiera el autor, a la hora de comunicar con la intención de que llegue al destinatario lo más clara y precisa posible.
Conocedor profundo de la lengua española, Martí pudo manejarla con la soltura que nadie ha podido igualar, ni entre los contemporáneos suyos ni después; en este sentido, Martí no ha tenido continuador.
Para él la precisión en el lenguaje es de suma importancia: “el lenguaje ha de ser matemático, geométrico, escultórico. La idea ha de cuajar exactamente en la frase, tan exactamente que no pueda quitarse nada de la frase sin quitar eso mismo de la idea.” (9)
En estas palabras subyace la voluntad, la decisión consciente que lleva a José Martí a escribir de la manera que lo caracteriza; por eso es que logra acuñar ese estilo que lo identifica en la misma medida que lo enaltece, a tal punto, de haber sido considerado como el latinoamericano que podía satisfacer la audiencia de un público universal.
Principales rasgos de la prosa martiana:
 Riqueza léxica: utiliza la palabra convenientemente, lo que sugiere al lector un mundo deposibilidades interpretativas;
 La iteración de palabras y estructuras como recursos que permiten enfatizar en las ideas que desea subrayar;
 Uso muy original de la puntuación;
 Combinación de cláusula extensa: justificación, causa-efecto, comparación, contraste, ejemplificación (estilo profuso); con fases sentenciosas, muy sintéticas.
 El uso de símbolos (luz, estrella, Sol, yugo, alas), colores (azul, blanco, negro oro), objetos de material precioso (porcelana, mármol, ónice), todo ello en correspondencia con la estética modernista que él preconiza, inicia y desarrolla, pero con características propias;
 Alto valor poético por la forma en que se construye (arquitectura) y la riqueza tropológica: símbolos, metáforas, alegorías; imágenes cromáticas, auditivas y sinestésicas que le aportan un valor pictórico al texto; el uso preciso del símil, el epíteto, la prosopopeya y la sinécdoque, entre otros recursos del lenguaje literario;
 Presencia de la intertextualidad como expresión de la amplia cultura del autor y de su talento creativo;
 Uso marcado del polisíndeton y el hipérbaton en la construcción de la cláusula, lo cual provoca que la sintaxis resulte compleja.
Los dos fragmentos siguientes, tomados de un mismo texto, sirven de ejemplos para demostrar el contraste entre una sintaxis muy sintética (período corto), y la sintaxis extensa (período largo) muy usado en la prosa martiana: (10)
a) “Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria”.
“No hay proa que taje una nube de ideas”;
“¡Los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas!”
“Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado como la plata en las raíces de los Andes”;
“Lo que quede de aldea en América ha de despertar”;
b) “Con los hábitos monárquicos y el Sol por pecho, se echaron a levantar pueblos los venezolanos por el Norte y los argentinos por Sur. Cuando los dos héroes chocaron y el continente iba a temblar, uno, que no fue menos grande, volvió riendas. Y como el heroísmo en la paz es más escaso, porque es menos glorioso que el de la guerra; como al hombre le es más fácil morir con honra que pensar con orden; como gobernar con los sentimientos exaltados y unánimes es más hacedero que dirigir, después de la pelea, los pensamientos diversos, arrogantes, exóticos o ambiciosos; como los poderes arrollados en la arremetida épica zapaban, con la cautela fina de la especie y el peso de lo real, el edificio que había izado, en las comarcas burdas y singulares de nuestra América mestiza; en los pueblos de piernas desnudas y casaca de París, la bandera de los pueblos nutridos de savia gobernante en la práctica continua de la razón y de la libertad; como la constitución jerárquica resistía la organización democrática de la República, o las capitales de corbatín dejaban en el zaguán al campo de bota de potro, o los redentores bibliógenos no entendieron que la revolución que triunfó en el alma de la tierra, desatada a la voz del salvador, con el alma de la tierra había de gobernar, y no contra ella ni sin ella…” (11)
Puede observase cómo en un mismo texto se utilizan dos maneras opuestas de construcción sintácticas; en el primer ejemplo, la economía de palabras hace que de condense al máximo la carga semántica de la comunicación; el sentido profundo hay que descubrirlo, y para ello el lector necesita tener conocimientos sobre la historia de América y otros aspectos de cultura general, lo que le permitirá poder establecer las posibles relaciones intertextuales que contribuirán a una mejor decodificación del mensaje y, como resultados de ello, a una clara comprensión de lo leído. En el segundo caso, aunque el estilo tiene un rasgo diferente, que es, desde el punto de vista gramatical, el uso continuado de las oraciones subordinadas, lo que hace que se extienda el período sintáctico. Si el lector no conoce estas características de los textos martianos; si no está familiarizado con la lectura de textos martianos, le resulta bastante difícil la comprensión de los mismos.
Un ejemplo del uso que hace Martí de la iteración y el polisíndeton (uso consecutivo de la conjunción copulativa “y“), como recursos de construcción textual, es el siguiente:
“(…) con cascos de oro muy labrados en le cabeza, y alas en la cintura, cuando son generales, y dos plumas muy largas en el casco, si son príncipes: y si son gente así, de mucho poder, no se sientan en las sillas de siempre, sino en sillas muy altas. Y cuentan, y pelean, y sudan, y conversan, hacen que toman té, y entran por las puertas de la derecha, y salen por la puerta de la izquierda: y la música toca sin parar, con sus platillos y su timbalón y su clarín y su violinete; y es un tocar extraño, que parece de aullidos y de gritos sin arreglo (…) pero no se ve que tienen un tono triste cuando se habla de muerte, y otro como de ataque cuando viene un rey de ganar una batalla, y otro como de procesión (…) y otro como de truenos…” (12)
Los elementos que se han tomado en consideración en este pequeño artículo, nos permiten afirmar que:
 La originalidad de la prosa martiana está dada en el modo peculiar del autor para integrar los factores: léxico, semántico, sintáctico y estilístico en el uso de la lengua española, muy en correspondencia con sus presupuestos estéticos y éticos de José Martí.
 Ante la prosa martiana el lector no debe quedarse simplemente con lo informativo, o simplemente anecdótico, sino que debe tratar de sumergirse en lo profundo para sacar, de entre líneas, el verdadero sentido que adquieren las ideas expresadas en cada texto; y para ello necesita sistematizar la lectura de su obra en los diferentes géneros y, adquirir una preparación elemental en aspectos importantes de la teoría literaria y de redacción.
 En cualquiera de sus páginas en prosa es fácil encontrar aquellas cualidades que permiten considerar a Martí como uno de los mejores prosistas en lengua hispana, de todos los tiempos.
Bibliografía
Dill Hans-Otto: “El ideario literario y estético de José Martí”, en revista Casa de las Américas, La Habana, 1978.
Domínguez Hernández, Marlen A. Lengua y crítica en José Martí. La Habana, Editorial Pablo de la Torriente, 1989.
Jorge, Elena. José Martí, el método de su crítica literaria. Ciudad de la Habana, Editorial Letras Cubanas, 1984.
Letras. Cultura en Cuba 2. Ciudad de La Habana, Editorial Pueblo y Educación, 1990.
Martí, José. Páginas escogidas. Tomos I y II. Selección y prólogo de Roberto Fernández Retamar. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1974.
NOTAS
1. Martí, José. O.C. Tomo 21. P.
2. __________.O.C Tomo 19.p.271
3. ___________O.C. Tomo 21.p.167 y Tomo 17.p.234
4. ___________O.C. Tomo20.P.125
5. Vitier, Cintio. Vida y obra del Apóstol José Martí, CEM, 2006.pp.104-105. Apud. Manuel Ferrer Cuevas. “ Ante los restos de Martí, en Revista Cubana, julio 1951-dic.1952.p.165
6. _________. Ob. Cit. P.82.
7. Martí, José. Ensayos sobre Arte y Literatura. Ciudad de La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1979, p. 49
8. Ibidem
9. Martí, José. O.C. Tomo. XXI.p.225.
10. Todos los fragmentos seleccionados para ejemplificar han sido tomados del ensayo “ Nuestra América”, en: José Martí: Páginas Escogidas. Tomo I, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1974, pp.157-162.
11. El subrayado es de la autora.
12. Tomado de “Un paseo por la tierra de los anamitas”, en José Martí: La Edad de Oro. Ciudad de La Habana, Editorial Gente Nueva, 200, p.218.
TOMADO DE:  http://www.eumed.net/rev/cccss/04/rlbv.htm

domingo, 28 de octubre de 2012

Características principales del Modernismo


Hay que aclarar que en un comienzo el Modernismo no es necesariamente un movimiento literario, ya que no sólo se vincula a lo artístico, sino a una serie de actividades, expresiones sociales y pensamientos que adquirían mayor proporción sobre finales del siglo XIX y comienzos del XX.

“El Modernismo, entonces, (…) es la forma literaria de un mundo en estado de transformación, metamorfosis universal que percibió Martí con clarividencia en 1882.” (Iván A. Schulman)

La evolución del Modernismo se da por influencia de procesos e ideas que van tomando forma y generando conflictos sobre finales del siglo XIX, como por ejemplo: la industrialización, el positivismo filosófico, la politización creciente de la vida, el anarquismo ideológico y práctico, el marxismo incipiente, el militarismo, la lucha de clases, la ciencia experimental, el auge del capitalismo y la burguesía, neo-idealismo y utopías… Aparece, por lo tanto, en las obras del Modernismo una profunda preocupación por el estado de confusión ideológica en que se vivía y por la soledad espiritual de la época.
Se considera su comienzo en lo literario tanto en las obras de José Martí (con su libro Ismaelillo, de 1882) y Rubén Darío (con su libro Azul…, de 1888).
También se caracterizó por ser la expresión americana de una literatura que buscó la ruptura con respecto a una tradición que venía de la literatura y el arte europeo; el Modernismo persiguió el ideal de una búsqueda de la expresión de lo americano.

“Ni en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles? De factores tan descompuestos, jamás, en menos tiempo histórico, se han creado naciones tan adelantadas y compactas.” (José Martí; en su artículo Nuestra América).

Para Martí el Modernismo y la búsqueda de qué es lo americano se unen. Pues para el poeta cubano era central conocer, entender y comunicarnos profundamente con este suelo y esta realidad en la cual vivimos; sólo de esa manera podremos afirmar nuestra originalidad (o sea nuestro origen), entendiendo qué es ser americano.
Para lograr expresar ese sentimiento de lo americano, el Modernismo buscó la originalidad en la expresión, rompiendo con las viejas formas de escritura que todavía se utilizaban (y que venían de un movimiento anterior netamente europeo: el Romanticismo). Así se percibe que en el Modernismo hay una búsqueda de lo exótico (haciendo referencias permanentemente a culturas como la china, la japonesa, o de la Antigüedad griega o la Edad Media). La originalidad se planteó desde el momento en que el lenguaje en la prosa y la poesía modernistas se vinculó con la aparición de imágenes nuevas a través de las metáforas, antítesis y comparaciones. Asimismo hay un descubrimiento y tratamiento de nuevos ritmos y melodías trabajados por medio de la sonoridad de las palabras; por otra parte, se busca en la poesía modernista evocar o sugerir antes que expresarse con un lenguaje explícito (1).
Se ha planteado, y esto es muy discutido, que existen dos maneras de enfrentar la creación entre los escritores modernistas. Una sería la de los escritores que asumen un compromiso con su realidad, que se preocupan por los conflictos e injusticias sociales. Por otra parte, se habla de escritores torremarfilistas (2), creadores despreocupados de los acontecimientos sociales que se aislaban cultivando su arte de manera personal, sólo preocupándose por alcanzar una máxima belleza en su arte (buscando el arte sólo por hacer arte). Muchas veces los llamados torremarfilistas se definían como seres rechazados por la sociedad, a la que no le interesaba su arte. De manera que buscaban en la poesía, o en la prosa, una Belleza suprema como algo no contaminado, puro (3). Se ha clasificado a José Martí como un poeta de compromiso con su tiempo y sociedad; en cambio se ha definido al poeta uruguayo Julio Herrera y Reissig como un torremarfilista (4).
—-
(1) Estos procedimientos son tomados de la poesía francesa de la época, especialmente de movimientos como el Simbolismo y el Parnasianismo
(2) La expresión viene de la frase “torre de marfil”; pues se consideraba a los torremarfilistas como seres que se aislaban en torres de marfil, haciendo referencia a la altura (torre) y a la pura belleza que no se deja manchar por las cosas comunes y cotidianas (marfil)
(3) Pero en definitiva… rechazar los valores de una sociedad y aislarse, ¿no es una manera también de hacer una crítica muy profunda a esa sociedad?
(4) Le escribió Herrera y Reissig en una carta a un amigo: “(…) me arrebujo en mi desdén por todo lo de mi país… yo, desperezándome en los matorrales de la indiferencia, miro sonriente y complacido los sucesos, las polémicas…”.
TOMADO DE:  http://laclasedelaire.wordpress.com/2008/09/19/caracteristicas-principales-del-modernismo/

sábado, 27 de octubre de 2012

JOSÉ MARTÍ Y RUBÉN DARÍO

20070119194155-marti-obra-isabel-santos.jpg Ilustración: Obra en cera de la artista Isabel Santos
Por María Elena Balán Saínz
El poeta nicaragüense Rubén Darío, cuyo nacimiento se celebra en enero,  sintió por José Martí una gran admiración, aún cuando no lo conocía personalmente y sólo tenía referencias de sus escritos en los periódicos de Caracas, México y Argentina.Un día, estando hospedado en un hotel en Nueva York, Darío recibió la visita de Gonzalo de Quesada, quien le comunicó que el patriota y escritor cubano lo esperaría en el Hardman Hall, donde pronunciaría un discurso a favor de la causa revolucionaria en Cuba.
El poeta nicaragüense escribió posteriormente refiriéndose a aquel encuentro:                
Fui puntual a la cita, en compañía de Gonzalo de Quesada, y entré por una de las puertas laterales del edificio donde hablaría el gran combatiente.
Pasamos por un pasadizo sombrío, y de pronto, en un cuarto lleno de luz, me encontré entre los brazos de un hombre pequeño de cuerpo, rostro de iluminado, voz dulce y dominadora al mismo tiempo, y que me decía esta única palabra: Hijo.
  
Así vio  Darío  en 1893, hace ciento catorce años, a nuestro Héroe Nacional, de quien agregó que era un conversador admirable, armonioso y familiar, dotado de una prodigiosa memoria.  La amistad entre estos dos hombres, grandes de la literatura, fue diáfana, y pasó a la historia como algo memorable..
 
Cuando transcurridos unos pocos años  de aquel primer encuentro en Nueva York, Martí cayó en Dos Ríos, el poeta nicaragüense le dedicó sentidos versos, en los cuales destacó la universalidad del Maestro, porque más que de Cuba era del mundo, según aseveró.  
DOS PARADIGMAS DE LA CULTURA   
Para algunos estudiosos, el conocimiento de Rubén Darío sobre José Martí se ubica en el año 1886, mientras otros dicen que fue un poquito antes.   Lo cierto es que el escritor nicaragüense sintió una especial simpatía por la poesía y la prosa del más universal de los cubanos, y son numerosas las citas en que expresa esa admiración.   El investigador Salvador Bueno en un estudio sobre posibles inter.-textualidades entre La Edad de Oro y el poemario Azul, de Darío, dice que debe tenerse en cuenta  que los dos intelectuales tuvieron la influencia de Hans Christian Anderson.
De ahí que cuando Martí escribió La muñeca negra y Los dos ruiseñores aparezca una especie de referencia a lo planteado en el poema Azul
El tema de los chinos fue abordado por el cubano y el nicaragüense, quienes hicieron referencia al asunto en las citadas obras.   Otros investigadores reconocen que tanto en Darío como en Martí se aprecia una reverencia, una devoción que los identifica. Ambos llevaron igualmente, el periodismo al rango de literatura. 
En el prólogo de los Versos Sencillos, del Héroe Nacional, y el Canto Herrante, de Darío, existen similitudes, que aparecen también en otros parlamentos de los reconocidos autores, quienes tuvieron la alegría de conocerse en 1893 en la ciudad de Nueva York. 
TOMADO DE:  http://wwwarcadecubania.blogia.com/2007/011901-jose-marti-y-ruben-dario.php

Rubén Darío y sus poemas

Símbolo del Modernismo y un poeta sensible
Red Blogia
10:44h Jueves, 25 de septiembre de 2008
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Rubén Darío es considerado uno de los escritores más importantes de la literatura latinoamericana,  símbolo de una de las corrientes literarias más novedosa conocida como Modernismo, corriente con la que América sienta las bases para el desligue de la influencia europea, casi como una liberación que en ese entonces también se extiende al campo literario.
Representa en sus obras y poemas el exotismo, la musicalizad y el cosmopolitalismo que caracteriza a la corriente literaria que por primera vez nace en Latinoamérica y se distancia de la influencia europea. Escritor que experimentó tanto en prosa como verso, resaltó mucho más en la poesía, con obras como Prosas Profanas, Epístolas y Poemas, Abrojos, Canto a la Argentina y su obra más lograda, Azul.
El Modernismo surge como una corriente literaria que se establece bajo los principios estéticos del Romanticismo de Byron y Bécquer, se nutre también del Simbolismo de Verlaine y del Parnasianismo de Leconte de Lisle y José Maria de Heredia. Resulta entonces una mezcla de propuestas, del romanticismo clásico absorbe el sentimentalismo, el amor por la naturaleza y la obsesionada búsqueda por la libertad; del Simbolismo  se acoge a la imagen evocada y sugerente; del Parnasianismo la idea del arte por el arte y la belleza estética de la obra.
Con todas estas bases, se compende que el Modernismo de Rubén Darío, se convertiría en una corriente estilista, con un resaltado interés por lo estético, lo formal y lo cosmopolita. Un precedente interesante de esta corriente fue José Marti, pero con este autor solo se alcanzó un conocimiento local del Modernismo, fue finalmente Rubén Darío quien logró universalizar el fenómeno modernista en 1888. Su primera publicación, Azul en 1888 inauguró la corriente literaria y luego la catapulto al conocimiento mundial con la publicación de prosas Profanas en 1896.

Es importante resaltar que la época en la que el Modernismo se desarrolla como corriente literaria en toda América, es una época de importantes cambios socioeconómicos en los países hispanoamericanos, empieza en los países del continente a ingresar grandes empresas americanas e industrias poderosas, lo que genera un fuerte cambio en la sociedades. Las obras  de arte pasan por un proceso de transformación, en el que como parte del mercado, se vuelven también mercancías y adquieren valor monetario.
Como ya contamos, Rubén Darío publicó su poemario más representativo en 1888, una obra en la que se centra en la búsqueda de la belleza, interesado por la perfección y la musicalidad que sus poemas puedan alcanzar. El poemario representa un rescate y renovación de la métrica y el uso de estrofas clásicas que ya se habían dejado de utilizar. Entre otras características, se puede notar la interesante evocación a la cultura griega, como una referencia de esa misma perfección en la que se dedica durante todos sus versos a encontrar, es pues una poesía con una alta carga sonora y un lenguaje que se vislumbra como fuente  enriquecedora del idioma.
Catedral basílica de la Asunción, aquí llacen los restos del poeta - imagen obtenida de Wikipedia, autor: Jagal.
Azul, forma parte del género lírico y la vez narrativo, y pertenece por tanto, a la poesía y a los cuentos. Su contenido trata de historias breves escritas en prosa y también en siete poemas. Fue publicado por primera vez en Santiago de Chile en el año 1888, pero ya los poemas y los cuentos habían sido publicados por separado en revistas y diarios de Santiago entre los años 1886 y 1888.
Los cuentos que se presentan son de breve extensión y hacen referencia en sus mayoría a seres inexistente, muy bien imaginados por el autor; en cuanto a los poemas son dedicados al amor, pero de manera sensual, llenos de dolor, de sarcasmo y de blasfemia hacia le amor mismo. Se deduce en sus versos una idea de poeta como ser extraño e incomprendido por la humanidad, es casi un manifiesto de la visión del autor de su naturaleza poética y de lo afectada que es esta, al encontrarse en un mundo al que aparentemente no puede pertenecer por su virtud poética que termina siendo la razón de su dolor y mal vivir.
Entre líneas se entiende la filosofía del autor, como un convencido de que el poeta se ha convertido en el único ser auténticamente sensible y con capacidad para ser libre; por tanto la poesía no debe ser útil, simplemente deber ser bella, debe ser considerada para un fin esteticista y uno utilitario.
Otro poemario que también se encuentra entre los más destacados del autor es el que fue publicado en el año 1896, titulado bajo el nombre de “Prosas Profanas”, es la obra representativa de la etapa cumbre del Modernismo, debido a que en sus contenidos representa todas las características formales de la corriente literaria, es como un modelo intencional de lo que el Modernismo fue hasta ese momento. La obra está caracterizada  por un sentido netamente musical, manifestado en diferentes ritmos que el autor ensaya en los versos, entre sus intenciones está la recreación de diferentes mundos ficticios, lugares exóticos y también remotos.
En muchos paraderos de la obra hace referencias a la cultura griega, quizá con esa intención de demostrar la búsqueda por la perfección y la esteticidad de sus conceptos.
La obra se divide en 5 partes principales y esta compuesta íntegramente por poemas. Los temas principales que se manejan a lo largo de la obra son la sensualidad y el erotismo.
En general, los poemas de Rubén Darío son referidos al amor y a la posición existencial del poeta como ser incomprendido, forman parte de una corriente literaria que surgió como resultado de varios conceptos distintos, en la búsqueda por la belleza artística; con un concepto muy imaginativo en que lo principal son las imágenes, la musicalidad y el fin vano de la poesía.
Créditos:
Imagen 1: Fotografía de Rubén Dario – imagen obtenida de Wikipedia, autor desconocido, copyright expirado.
Imagen 2: Rubén Dario vestido de embajador – obtenida de Wikipedia, autor: Jorge Mejía Peralta
TOMADO DE: http://www.leergratis.com/autores/ruben-dario-y-sus-poemas.html

viernes, 26 de octubre de 2012

A caballo y con la cara al sol.

Foto tomada de Internet
Por: Julio César Gálvez.
Frescas aun cuando cayó en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895, estas palabras de José Martí, señalan en toda su dimensión la grandeza de alma y pensamiento y el amor por la tierra que vio nacer al más universal de todos los cubanos.
Pasadas las diez de la noche del 11 de abril de 1895 arribaba a Playitas de Cajobabo, en la actual provincia de Guantánamo, en unión del Generalísimo Máximo Gómez, Paquito Borrero, Ángel Guerra, César Salas y Marcos del Rosario.
En carta a Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra, el Maestro recuerda: “(…) Recogimos en Inagua el bote, y el 11, a las 8 de la noche: negro el cielo del chubasco, vira el vapor, echan la escala, bajamos, con gran carga de parque, y un saco con queso y galletas”.
“ ( …) a las dos horas de remar saltábamos en Cuba ( … ) en la costa había luces. Llevé el remo de proa. La dicha era el único sentimiento que nos poseía y embargaba”
“Me quedo en el bote el último, vaciándolo. Salto. Dicha grande”. Gómez besó la arena al poner su pie sobre ella.
El mar erizado y embravecido recibió a los seis improvisados marineros, a quienes partió en dos el timón de la pequeña barca. ¿Futuro presagio de los acontecimientos. ? Quizá, o simples especulaciones.
La gloria genuina inherente a José Martí, el más grande cubano de todos los tiempos, lo trajo de regreso a su Patria a cumplir su legado como hombre y ciudadano. No hubo razón alguna ni convencimiento que lo alejara de la hora del cumplimiento del deber. Ya estaba en su adorada Cuba.
Martí desembarcó con un fusil Winchester 32 modelo 1873, el preferido de los tiradores expertos de finales del siglo XIX. ¿Había realizado prácticas de tiro con este fusil antes de arribar a costas cubanas? ¿Se lo escogió Máximo Gómez ? Poco se sabe al respecto.
Especialistas militares y estudiosos de la obra y la vida del Apóstol coinciden en afirmar que el combate de Dos Ríos, si bien tuvo gran significado por la muerte de Martí, no tuvo gran importancia desde el punto estrictamente militar.
Varias versiones sobre los hechos difieren en pequeños detalles, pero coinciden en lo esencial, sobre todo, en la manera de la muerte de José Martí.
¿Buscaba Martí la muerte en combate? ¿Se lanzó al suicidio ante las discrepancias con los jefes militares de la guerra? ¿Fue la fogosidad de su caballo Baconao el que lo hizo meterse sin pretenderlo entre las tropas españolas?
Cierto es que Baconao era un caballo brioso e incontrolable. Padecía del mal de asustarse y desbocarse, pero Martí, aunque no era un jinete consumado tampoco era inexperto. Raro el hombre de esa época que no supiera montar a caballo.
Hablar de suicidio es algo más que impensable. Es desconocer el carácter y la integridad de Martí. De lanzarse al sacrificio jamás hubiese conminado al joven subteniente Ángel Guerra a seguirle, su acompañante en los momentos de la tragedia. Para un hombre de su ética hubiera sido agraviante e injusto arriesgar una vida ajena en un destino enteramente propio y personal.
Estaba preparado para afrontar los serios y graves problemas y contratiempos que le estaban destinados en toda su vida. Jamás se le vio flaquear, echar atrás o desviar la ruta. Siempre fue un luchador que se enfrentó con nervio y temple a la adversidad. Para el la meta resultaba más importante que el camino. En este sentido sus discrepancias con otros jefes militares sobre la forma de hacer la guerra y el gobierno de la República en Armas, estaban claras y definidas. Lo primero era la independencia de Cuba de la metrópoli española. El camino era largo y el tiempo apremiaba.
Sin tomar en cuenta las disposiciones de Máximo Gómez cuando casi le ordena: “ Hágase usted atrás, Martí, no es ahora este su puesto ” para preservar su vida, ante la inesperada aparición de una columna española que dirigía el coronel Ximénez de Sandoval, que rastrillaba la zona donde estaban acampados los cubanos, montó sobre su caballo y se incorporó al combate como otro mambí más.
Quizá Martí detuvo un tanto su caballo mientras Gómez lo pierde de vista, concentrada su atención en las tropas contrarias, pero en una reacción muy propia en medio de un combate, se lanza al galope contra las líneas españolas hasta colocarse a unos 50 metros a la derecha y delante del Generalísimo, convirtiéndose en un blanco perfecto de la avanzada enemiga, oculta entre los matorrales. Las balas se ceban sobre el cuerpo del Apóstol, siempre vestido de negro, que se desploma entre un dagame seco y un fustete caído. El desenlace fatal apaga su vida pero no su discutida presencia en este mundo.
TOMADO DE:  http://vocesdeldestierro.wordpress.com/2012/05/19/a-caballo-y-con-la-cara-al-sol/

jueves, 25 de octubre de 2012


José Martí
(1853—1895)

Versos libres
(1880s; publicados en 1913)



Mis versos
         Estos son mis versos. Son como son. A nadie los pedí prestados. Mientras no pude encerrar íntegras mis visiones en una forma adecuada a ellas, dejé volar mis visiones: ¡oh, cuánto áureo amigo que ya nunca ha vuelto! Pero la poesía tiene su honradez, y yo he querido siempre ser honrado. Recortar versos, también sé, pero no quiero. Así como cada hombre trae su fisonomía, cada inspiración trae su lenguaje. Amo las sonoridades difíciles, el verso escultorico, vibrante como la porcelana, volador como un ave, ardiente y arrollador como una lengua de lava. El verso ha de ser como una espada reluciente, que deja a los espectadores la memoria de un guerrero que va camino al cielo, y al envainarla en el Sol, se rompe en alas.
         Tajos son éstos de mis propias entrañas —mis guerreros—. Ninguno me ha salido recalentado, artificioso, recompuesto, de la mente; sino como las lágrimas salen de los ojos y la sangre sale a borbotones de la herida.
         No zurcí de éste y aquél, sino sajé en mí mismo. Van escritos, no en tinta de academia, sino en mi propia sangre. Lo que aquí doy a ver lo he visto antes (yo lo he visto, yo), y he visto mucho más, que huyó sin darme tiempo a que copiara sus rasgos. De la extrañeza, singularidad, prisa, amontonamiento, arrebato de mis visiones, yo mismo tuve la culpa, que las he hecho surgir ante mí como las copio. De la copia yo soy el responsable. Hallé quebrados los vestidos, y otros no y usé de estos colores. Ya sé que no son usados. Amo las sonoridades difíciles y la sinceridad, aunque pueda parecer brutal.
         Todo lo que han de decir, ya lo sé, y me lo tengo contestado. He querido ser leal, y si pequé, no me avergüenzo de haber pecado.


ACADÉMICA
Ven, mi caballo, a que te encinche: quieren
Que no con garbo natural el coso
Al sabio impulso corras de la vida,
Sino que el paso de la pista aprendas,
Y la lengua del látigo, y sumiso
Des a la silla el arrogante lomo: —
Ven, mi caballo: dicen que en el pecho
Lo que es cierto, no es cierto: que las estrofas
Igneas que en lo hondo de las almas nacen,
Como penacho de fontana pura
Que el blando manto de la tierra rompe
Y en gotas mil arreboladas cuelga,
No han de cantarse, no, sino las pautas
Que en moldecillo azucarado y hueco
Encasacados dómines dibujan:
Y gritan “AI bribón!” — ¡cuando a las puertas
Del templo augusto un hombre libre asoma! —
Ven, mi caballo, con tu casco limpio
A yerba nueva y flor de,llano oliente,
Cinchas estruja, lanza sobre un tronco
Seco y piadoso, donde el sol la avive,
Del repintado dómine la chupa,
De hojas de antaño y de romanas rosas
Orlada, y deslucidas joyas griegas,—
Y al sol del alba en que la tierra rompe
Echa arrogante por el orbe nuevo.



POLLICE VERSO
Memoria de Presidio

Si, yo también, desnuda la cabeza
de tocado y cabellos, y al tobillo
una cadena burda, heme arrastrado
entre un montón de sierpes, que revueltas
sobre sus vicios negros, parecían
esos gusanos de pesado vientre
y ojos viscosos, que en hedionda cuba
de pardo lodo lentos se revuelcan.
Y yo pasé, sereno entre los viles,
cual si en mis manos, como en ruego juntas,
las anchas alas púdicas, abriese
una paloma blanca. Y aún me aterro
de ver con el recuerdo lo que he visto
una vez con mis ojos. Y espantado,
póngome en pie, cual a emprender la fuga!
¡Recuerdos hay que queman la memoria!
¡Zarzal es la memoria; más la mía
es un cesto de llamas! A su lumbre
el porvenir de mi nación preveo.
Y lloro. Hay leyes en la mente, leyes
cual las del río, el mar, la piedra, el astro,
ásperas y fatales ese almendro
que con su rama oscura en flor sombrea
mi alta ventana, viene de semilla
de almendro: y ese rico globo de oro
de dulce y perfumoso jugo lleno,
y hasta el pomo ruin la daga hundida,
copa de mago que el capricho torna
en hiel para los míseros, y en férvido
tokay para el feliz. La vida es grave,
al flojo gladiador clava en la arena.
¡Alza, oh pueblo, el escudo, porque, es grave
cosa esta vida, y cada acción es culpa
que como, aro servil se lleva luego
cerrado al cuello, o premio generoso
que del futuro mal próvido libra!

¿Veis los esclavos? Como cuerpos muertos
atados en racimo, a vuestra espalda
irán vida tras vida, y con las frentes
pálidas y angustiosas, la sombría
carga en vano halaréis, hasta que el viento
de vuestra pena bárbara apiadado,
los átomos postreros evapore!
¡Oh, qué visión tremenda! ¡Oh, qué terrible
procesión de culpables! Como en llano
negro los miro, torvos, anhelosos,
sin fruta el arbolar, secos los píos
bejucos, por comarca funeraria
donde ni el sol da luz, ni el árbol sombra.
Y bogan en silencio, como en magno
océano sin agua, y ala frente
porción del universo, frase unida
a frase colosal, sierva ligada
a un carro de oro, que a los ojos mismos
de los que arrastra en rápida carrera
ocúltase en el áureo polvo, sierva
con escondidas riendas ponderosas
a la incansable Eternidad atada!

Circo la tierra es, como el romano;
y junto a cada cuna una invisible
panoplia al hombre aguarda, donde lucen,
cual daga cruel que hiere al que la blande
los vicios, y cual límpidos escudos
las virtudes: la vida es la ancha arena,
y los hombres esclavos gladiadores.
Mas el pueblo y el rey, callados miran
de grada excelsa, en la desierta sombra.
¡Pero miran! Y a aquel que en la contienda
bajó el escudo, o lo dejó de lado,
o suplicó cobarde, o abrió el pecho
laxo y servil a la enconosa daga
desde el sitial de la implacable piedra,
condenan a morir, pollice verso;
llevan, cual yugo el buey, la cuerda uncida,
y a la zaga, listado el cuerpo flaco
de hondos azotes, el montón de siervos!

¿Veis las carrozas, las ropillas blancas
risueñas y ligeras, el luciente
corcel de crin trenzada y riendas ricas,
y la albarda de plata suntuosa
prendida, y el menudo zapatillo
cárcel a un tiempo de los pies y el alma?
¡pues ved que los extraños os desdeñan
como a raza ruin, menguada y floja!



A MI ALMA
Llegada la hora del trabajo

¡Ea, jamelgo! ¡De los montes de oro
Baja, y de andar en prados bien olientes
Y de aventar con los ligeros cascos
Mures y viboreznos, y al sol rubio
Mecer gentil las brilladoras crines!

¡Ea, jamelgo! Del camino oscuro
Que va do no se sabe, ésta es posada,
¡Y de pagar se tiene al hostelero!
Luego será la gorja, luego el llano,
Luego el prado oloroso, el alto monte:
Hoy bájese el jamelgo, que le aguarda
Cabe el duro ronzal la gruesa albarda.



AL BUEN PEDRO
Dicen, buen Pedro, que de mí murmuras
Porque tras mis orejas el cabello
En crespas ondas su caudal levanta:
¡Diles, bribón, que mientras tú en festines,
En rubios caldos y en fragantes pomas,
Entre mancebas del astuto Norte,
De tus esclavos el sudor sangriento,
Torcido en oro lánguido bebes,—
Pensativo, febril, pálido, grave,
Mi pan rebano en solitaria mesa
Pidiendo ¡oh triste! al aire sordo modo
De libertar de su infortunio al siervo
Y de tu infamia a ti! Y en esos lances,
Suéleme, Pedro, en la apretada bolsa
Faltar la monedilla que reclama
Con sus húmedas manos el barbero.



HIERRO
Ganado tengo el pan: hágase el verso,-
Y en su comercio dulce se ejercite
La mano, que cual prófugo perdido
Entre oscuras malezas, o quien lleva
A rastra enorme peso, andaba ha poco
Sumas hilando y revolviendo cifras.
Bardo, ¿consejo quieres? Pues descuelga
De la pálida espalda ensangrentada
El arpa dívea, acalla los sollozos
Que a tu garganta como mar en furia
Se agolparán, y en la madera rica
Taja plumillas de escritorio y echa
Las cuerdas rotas al movible viento.

¡Oh alma! ¡oh alma buena! ¡mal oficio
Tienes! : ¡póstrate, calIa, cede, lame
Manos de potentado, ensalza, excusa
Defectos, tenlos -que es mejor manera
De excusarlos -, y mansa y temerosa
Vicios celebra, encumbra vanidades:
Verás entonces, alma, cuál se trueca
En plato de oro rico tu desnudo
Plato de pobre!

Pero guarda ¡oh alma!
¡Que usan los hombres hoy oro empañado!
Ni de eso cures, que fabrican de oro
Sus joyas el bribón y el barbilindo:
Las armas no,-¡las armas son de hierro!

Mi mal es rudo; la ciudad lo encona;
Lo alivia el campo inmenso. ¡Otro más vasto
Lo aliviará mejor! -Y las oscuras
Tardes me atraen, cual si mi patria fuera
La dilatada sombra.

¡Oh verso amigo,
Muero de soledad, de amor me muero!
No de amores vulgares; estos amores
Envenenan y ofuscan. No es hermosa
La fruta en la mujer, sino la estrella.
¡La tierra ha de ser luz, y todo vivo
Debe en torno de sí dar lumbre de astro!
¡Oh, estas damas de muestra! ¡Oh, estas copas
De carne! ¡Oh, estas siervas, ante el dueño
Que las enjoya o estremece echadas!
¡Te digo, oh verso, que los dientes duelen
De comer de esta carne!

Es de inefable
Amor del que yo muero, del muy dulce
Menester de llevar, como se lleva
Un niño tierno en las cuidosas manos,
Cuanto de bello y triste ven mis ojos.

Del sueño, que las fuerzas no repara
Sino de los dichosos, y a los tristes
El duro humor y la fatiga aumenta,
Salto, al sol, como un ebrio. Con las manos
Mi frente oprimo, y de los turbios ojos
Brota raudal de lágrimas. ¡ Y miro
El sol tan bello y mi desierta alcoba,
Y mi virtud inútil, y las fuerzas
Que cual tropel famélico de hirsutas
Fieras saltan de mí buscando empleo;
Y el aire hueco palpo, y en el muro
Frío y desnudo el cuerpo vacilante
Apoyo, y en el cráneo estremecido
En agonía flota el pensamiento,
Cual leño de bajel despedazado
Que el mar en furia a la playa ardiente arroja!
¡Sólo las flores del paterno prado
Tienen olor! ¡Sólo las seibas patrias
Del sol amparan! Como en vaga nube
Por suelo extraño se anda; las miradas
Injurias nos parecen, y ¡el Sol mismo,
Más que en grato calor, enciende en ira!
¡No de voces queridas puebla el eco
Los aires de otras tierras: y no vuelan
Del arbolar espeso entre las ramas
Los pálidos espíritus amados!
De carne viva y profanadas frutas
Viven los hombres, ¡ay! ¡mas el proscripto
De sus entrañas propias se alimenta!
¡Tiranos: desterrad a los que alcanzan
El honor de vuestro odio: ya son muertos!
¡Valiera más ¡oh bárbaros! que al punto
De arrebatarlos al hogar, hundiera
En lo más hondo de su pecho honrado
Vuestro esbirro más cruel su hoja más dura!
Grato es morir, horrible vivir muerto.
¡Mas no! ¡mas no! La dicha es una prenda
De compasión de la fortuna al triste
Que no sabe domarla. A sus mejores
Hijos desgracias da Naturaleza:
Fecunda el hierro al llano, ¡el golpe al hierro!



CANTO DE OTOÑO
Bien; ¡ya lo sé! La Muerte está sentada
A mis umbrales: cautelosa viene,
Porque sus llantos y su amor no apronten
En mi defensa, cuando lejos viven
Padres e hijo. Al retornar ceñudo
De mi estéril labor, triste y oscura,
Con que a mi casa del invierno abrigo,
De pie sobre las hojas amarillas,
En la mano fatal la flor del sueño,
La negra toca en alas rematada,
Avido el rostro, trémulo la miro
Cada tarde aguardándome a mi puerta.
¡En mi hijo pienso, y de la dama oscura
Huyo sin fuerzas, devorado el pecho
De un frenético amor! ¡Mujer más bella
No hay que la Muerte! ¡Por un beso suyo
Bosques espesos de laureles varios,
Y las adelfas del amor, y el gozo
De remembrarme mis niñeces diera!
...Pienso en aquel a quien mi amor culpable
Trajo a vivir, y, sollozando, esquivo
De mi amada los brazos; mas ya gozo
De la aurora perenne el bien seguro.
¡Oh, vida, adiós! Quien va a morir, va muerto.

¡Oh, duelos con la sombra! ¡Oh, pobladores
Ocultos del espacio! ¡Oh, formidables
Gigantes que a los vivos azorados
Mueven, dirigen, postran, precipitan!
¡Oh, cónclave de jueces, blandos sólo
A la virtud, que en nube tenebrosa,
En grueso manto de oro recogidos,
Y duros como peña, aguardan torvos
A que al volver de la batalla rindan
-Como el frutal sus frutos -
De sus obras de paz los hombres cuenta,
De sus divinas alas!... ¡de los nuevos
Arboles que sembraron, de las tristes
Lágrimas que enjugaron, de las fosas
Que a los tigres y víboras abrieron,
Y de las fortalezas eminentes
Que al amor de los hombres levantaron!
¡Esta es la dama, el rey, la patria, el premio
Apetecido, la arrogante mora
Que a su brusco señor cautiva espera
Llorando en la desierta barbacana!
Este el santo Salem, éste el Sepulcro
De los hombres modernos. ¡No se vierta
Más sangre que la propia! ¡No se bata
Sino al que odie al amor! ¡Unjanse presto
Soldados del amor los hombres todos!
¡La tierra entera marcha a la conquista
De este rey y señor, que guarda el cielo!
...¡Viles! ¡EI que es traidor a sus deberes,
Muere como un traidor, del golpe propio
De su arma ociosa el pecho atravesado!
¡Ved que no acaba el drama de la vida
En esta parte oscura! ¡Ved que luego
Tras la losa de mármol o la blanda
Cortina de humo y césped se reanuda
El drama portentoso! ¡y ved, oh viles,
Que los buenos, los tristes, los burlados,
Serán en la otra parte burladores!

Otros de lirio y sangre se alimenten:
¡Yo no! ¡yo no! Los lóbregos espacios
Rasgué desde mi infancia con los tristes
Penetradores ojos: el misterio
En una hora feliz de sueño acaso
De los jueces así, y amé la vida
Porque del doloroso mal me salva
De volverla a vivir. Alegremente
El peso eché del infortunio al hombro:
Porque el que en huelga y regocijo vive
Y huye el dolor, y esquiva las sabrosas
Penas de la virtud, irá confuso
Del frío y torvo juez a la sentencia,
Cual soldado cobarde que en herrumbre
Dejó las nobles armas; ¡y los jueces
No en su dosel lo ampararán, no en brazos
Lo encumbrarán, mas lo echarán altivos
A odiar, a amar y batallar de nuevo
En la fogosa sofocante arena!
¡Oh! ¿qué mortal que se asomó a la vida
Vivir de nuevo quiere?...
Puede ansiosa
La Muerte, pues, de pie en las hojas secas,
Esperarme a mi umbral con cada turbia
Tarde de Otoño, y silenciosa puede
Irme tejiendo con helados copos
Mi manto funeral.
No di al olvido
Las armas del amor: no de otra púrpura
Vestí que de mi sangre. Abre los brazos,
Listo estoy, madre Muerte: ¡al juez me lleva!

¡Hijo!... ¿Qué imagen miro? gqué llorosa
Visión rompe la sombra, y blandamente
Como con luz de estrella la ilumina?
¡Hijo!... ¿qué me demandan tus abiertos
Brazos? ¿A qué descubres tu afligido
Pecho? ¿Por qué me muestras tus desnudos
Pies, aún no heridos, y las blancas manos
Vuelves a mí, tristísimo gimiendo?...
¡Cesa! ¡calla! ¡reposa! ¡vive! ¡EI padre
No ha de morir hasta que a la ardua lucha
Rico de todas armas lance al hijo!
¡Ven, oh mi hijuelo, y que tus alas blancas
De los abrazos de la Muerte oscura
Y de su manto funeral me libren!



EL PADRE SUIZO

LITTLE ROCK, ARKANSAS, 1 DE SEPTIEMBRE

“El miércoles por la noche, cerca de París, condado
de Logan, un suizo, llamado Edward Schwerzmann,
llevó a sus tres hijos, de dieciocho meses el uno, y cuatro
y cinco años los otros, al borde de un pozo, y los echó en
el pozo, y él se echó tras ellos. Dicen que Schwerzmann
obró en un momento de locura.” Telegrama publicado
en Nueva York.

Dicen que un suizo, de cabello rubio
Y ojos secos y cóncavos, mirando
Con desolado amor a sus tres hijos,
Besó sus pies, sus manos, sus delgadas,
Secas, enfermas, amarillas manos;
Y súbito, tremendo, cual airado
Tigre que al cazador sus hijos roba,
Dio con los tres, y con sí mismo luego,
En hondo pozo - ¡y los robó a la vida!
Dicen que el bosque iluminó radiante
Una rojiza luz, y que a la boca
Del pozo oscuro - sueltos los cabellos,
Cual corona de llamas que al monarca
Doloroso, al humano, sólo al borde
Del antro funeral la sien desciñe,-
La mano ruda a un tronco seco asida,
Contra el pecho huesoso, que sus uñas
Mismas sajaron, los hijuelos mudos
Por su brazo sujetos, como en noche
De tempestad las aves en su nido,
El alma a Dios, los ojos a la selva,
Retaba el suizo al cielo, y en su torno
Pareció que la tierra iluminaba
Luz de héroe, ¡y que el reino de la sombra
La muerte de un gigante estremecía!

¡Padre sublime, espíritu supremo
Que por salvar los delicados hombros
De sus hijuelos, de la carga dura
De la vida sin,fe, sin patria, torva
Vida sin fin seguro y cauce abierto,
Sobre sus hombros colosales puso
De su crimen feroz la carga horrenda!
¡Los árboles temblaban, y en su pecho
Huesoso, los seis ojos espantados
De los pálidos niños, seis estrellas
Para guiar al padre iluminadas,
Por el reino del crimen, parecían!
¡Ve, bravo! ¡Ve, gigante! ¡Ve, amoroso
Loco! ¡y las venenosas zarzas pisa
Que roen como tósigos las plantas
Del criminal, en el dominio lóbrego
Donde andan sin cesar los asesinos!
¡Ve! - ¡que las seis estrellas luminosas
Te seguirán, y te guiarán, y ayuda
A tus hombros darán cuantos hubieren
Bebido el vino amargo de la vida!



FLORES DEL CIELO
Leí estos dos versos de Ronsard:
“Je vous envoye un bouquet que ma main
Vient de trier de ces fleurs épanouies,”
y escribí esto:

¿Flores? ¡No quiero flores! ¡Las del cielo
Quisiera yo segar!
¡Cruja, cual falda
De monte roto, esta cansada veste
Que me encinta y engrilla con sus miembros
Como con sierpes, y en mi alma sacian
Su hambre, y asoman a la cueva lóbrega
Donde mora mi espíritu, su negra
Cabeza, y boca roja y sonriente!
¡Caiga, como un encanto, este tejido
Enmarañado de raíces! ¡Surjan
Donde mis brazos alas, y parezca
Que, al ascender por la solemne atmósfera,
De mis ojos, del mundo a que van llenos,
Ríos de luz sobre los hombres rueden!

Y huelguen por los húmedos jardines
Bardos tibios segando florecillas.
Yo, pálido de amor, de pie en las sombras,
Envuelto en gigantesca vestidura
De lumbre astral, en mi jardín, el cielo,
Un ramo haré magnífico de estrellas.
¡No temblará de asir la luz mi mano!

Y buscaré, donde las nubes duermen,
Amada, y en su seno la más viva
Le prenderé, y esparciré las otras
Por su áurea y vaporosa cabellera.



COPA CICLÓPEA
El Sol alumbra: ya en los aires miro
La copa amarga: ya mis labios tiemblan,
No de temor, que prostituye, ¡de ira!...
¡El Universo, en las mañanas alza
Medio dormido aún de un dulce sueño
En las manos la Tierra perezosa,
Copa inmortal, en donde
Hierven al sol las fuerzas de la vida! -
¡Al niño triscador, al venturoso
De alma tibia y mediocre, a la fragante
Mujer que con los ojos desmayados
Abrirse ve en el aire extrañas rosas,
Iris la Tierra es, roto en colores,-
Raudal que juvenece y rueda limpio
Por perfumado llano, y al retozo
Y al desmayo después plácido brinda! -
¡Y para mí, porque a los hombres amo
Y mi gusto y mi bien terco descuido,
La Tierra melancólica aparece
Sobre mi frente que la vida bate,
De lúgubre color inmenso yugo!
La frente encorvo, el cuello manso inclino
Y, con los labios apretados, muero.



POMONA
¡Oh ritmo de la carne, oh melodía,
Oh licor vigorante, oh filtro dulce
De la hechicera forma! ¡No hay milagro
En el cuento de Lázaro, si Cristo
Llevó a su tumba una mujer hermosa!

¿Qué soy, quién es, sino Memnón en donde
Toda la luz del Universo canta,
Y cauce humilde en el que van revueltas,
Las eternas corrientes de la vida?
Iba, como arroyuelo que cansado
De regar plantas ásperas fenece,
Y, de amor por el noble Sol, transido,
A su fuego con gozo se evapora:
Iba, cual jarra que el licor ligero
En el fermento rompe,
Y en silenciosos hilos abandona:
Iba, cual gladiador que sin combate
Del incólume escudo ampara el rostro
Y el cuerpo rinde en la ignorada arena.
... ¡Y súbito, las fuerzas juveniles
De un nuevo mar, el pecho rebosante
Hinchan y embargan, el cansado brío
Arde otra vez, y puebla el aire sano
Música suave y blando olor de mieles!
Porque a mis ojos los brazos olorosos
En armónico gesto alzó Pomona.



MEDIA NOCHE
¡Oh, qué vergüenza! El Sol ha iluminado
La Tierra; el amplio mar en sus entrañas
Nuevas columnas a sus naves rojas
Ha levantado; el monte, granos nuevos
Juntó en el curso del solemne día
A sus jaspes y breñas; en el vientre
De las aves y bestias nuevos hijos
Vida, que es forma, cobran; en las ramas
Las frutas de los árboles maduran;
¡ Y yo, mozo de gleba, he puesto sólo.
Mientras que el mundo gigantesco crece,
Mi jornal en las ollas de la casa!

¡Por Dios, que soy un vil! ¡No en vano el sueño
A mis pálidos ojos es negado!
¡No en vano por las calles titubeo
Ebrio de un vino amargo, cual quien busca
Fosa ignorada donde hundirse, y nadie
Su crimen grande y su ignominia sepa!
¡No en vano el corazón me tiembla ansioso
Como el pecho sin calma de un malvado!

¡El cielo, el cielo, con sus ojos de oro
Me mira, y ve mi cobardía, y lanza
Mi cuerpo fugitivo por la sombra
Como quien loco y desolado huye
De un vigilante que en sí mismo lleva!
¡La Tierra es soledad! ¡La luz se enfría!
¿Adónde iré que este volcán se apague?
gAdónde iré que el vigilante duerma?

¡Oh, sed de amor! Oh, corazón prendado
De cuanto vivo el Universo habita:
Del gusanillo verde en que se trueca
La hoja del árbol; del rizado jaspe
En que las ondas de la mar se cuajan;
De los árboles presos, que a los ojos
Me sacan siempre lágrimas; del lindo
Bribón gentil que con los pies desnudos
En fango y nieve, diario o flor pregona.

¡Oh, corazón, que en el carnal vestido
No hierros de hacer oro, ni belfudos
Labios glotones y sensuosos mira,
Sino corazas de batalla; y hornos
Donde la vida universal fermenta!
¡ Y yo, pobre de mi!, ¡preso en mi jaula,
La gran batalla de los hombres miro!



HOMAGNO
Homagno sin ventura
La hirsuta y retostada cabellera
Con sus pálidas manos se mesaba.

«Máscara soy, mentira soy, decía;
estas carnes y formas, estas barbas
y rostro, estas memorias de la bestia,
que como silla a lomo de caballo
sobre el alma oprimida echan y ajustan,
por el rayo de luz que el alma mía
en la sombra entrevé, —¡no son Homagno!

Mis ojos sólo, los míos caros ojos,
que me revelan mi disfraz, son míos,
queman, me queman, nunca duermen, oran,
y en mi rostro los siento y en el cielo,
y le cuentan de mí, y a mí dél cuentan.
¿Por qué, por qué, para cargar en ellos
un grano ruin de alpiste mal trojado
talló el creador mis colosales hombros?
Ando, pregunto, ruinas y cimientos
vuelco y sacudo; a sorbos delirantes
En la Creación, la madre de mil pechos,
Las fuentes todas de la vida aspiro:

Muerdo, atormento, beso las callosas
Manos de piedra que golpeo
Con demencia amorosa; su invisible
cabeza con las secas manos mías
acaricio y destrenzo; por la tierra
me tiendo compungido, y los confusos
pies, con mi llanto baño y con mis besos,
y en medio de la noche, palpitante,
con mis voraces ojos en el cráneo
y en sus órbitas anchas encendidos,
trémulo, en mí plegado, hambriento espero,
por si al próximo sol respuestas vienen:—
Y a cada nueva luz,— de igual enjuto
modo y ruin, la vida me aparece,
como gota de leche que en cansado
pezón, al terco ordeño, titubea,—
como carga de hormiga,— como taza
de agua añeja en la jaula de un jilguero.»—
De mordidas y rotas, ramos de uvas
estrujadas y negras, las ardientes
manos del triste Homagno parecían!
Y la tierra en silencio y una hermosa
voz de mi corazón, contestaron.



YUGO Y ESTRELLA
Cuando nací, sin sol, mi madre dijo:
"Flor de mi seno, Homagno generoso,
De mí y de la Creación suma y reflejo,
Pez que en ave y corcel y hombre se torna,
Mira estas dos, que con dolor te brindo,
Insignias de la vida: ve y escoge.
Este, es un yugo: quien lo acepta, goza.
Hace de manso buey, y como presta
Servicio a los señores, duerme en paja
Caliente, y tiene rica y ancha avena.
Esta, oh misterio que de mí naciste
Cual la cumbre nació de la montaña,
Esta, que alumbra y mata, es una estrella.
Como que riega luz, los pecadores
Huyen de quien la lleva, y en la vida,
Cual un monstruo de crímenes cargado,
Todo el que lleva luz se queda solo.
Pero el hombre que al buey sin pena imita,
Buey torna a ser, y en apagado bruto
La escala universal de nuevo empieza.
El que la estrella sin temor se ciñe,
Como que crea, ¡crece!
¡Cuando al mundo
De su copa el licor vació ya el vivo;
Cuando, para manjar de la sangrienta
Fiesta humana, sacó contento y grave
Su propio corazón; cuando a los vientos
De Norte y Sur virtió su voz sagrada,
La estrella como un manto, en Iuz lo envuelve,
Se enciende, como a fiesta, el aire claro,
Y el vivo que a vivir no tuvo miedo,
Se oye que un paso más sube en la sombra!”

— Dame el yugo, oh mi madre, de manera
Que puesto en él de pie, luzca en mi frente
Mejor la estrella que ilumina y mata.



ISLA FAMOSA
Aquí estoy, solo estoy, despedazado.
Ruge el cielo; las nubes se aglomeran,
Y aprietan, y ennegrecen, y desgajan.
Los vapores del mar la roca ciñen.
Sacra angustia y horror mis ojos comen.
¿A qué, Naturaleza embravecida,
A qué la estéril soledad en torno
De quien de ansia de amor rebosa y muere?
¿Dónde, Cristo sin cruz, los ojos pones?
¿Dónde, oh sombra enemiga, dónde el ara
Digna por fin de recibir mi frente?
¿En pro de quién derramaré mi vida?

Rasgóse el velo; por un tajo ameno
De claro azul, como en sus lienzos abre
Entre mazos de sombra Díaz famoso,
El hombre triste de la roca mira
En lindo campo tropical, galanes
Blancos, y Venus negras, de unas flores
Fétidas y fangosas coronados.
Danzando van; ¡a cada giro nuevo
Bajo los muelles pies la tierra cede!
Y cuando en ancho beso los gastados
Labios sin lustre, ya trémulos juntan,
Sáltanles de los labios agoreras
Aves tintas en hiel, aves de muerte.



SED DE BELLEZA
Solo, estoy solo: viene el verso amigo,
Como el esposo diligente acude
De la erizada tórtola al reclamo.
Cual de los altos montes en deshielo
Por breñas y por valles en copiosos
Hilos las nieves desatadas bajan -
Así por mis entrañas oprimidas
Un balsámico amor y una avaricia,
Celeste de hermosura se derraman.
Tal desde el vasto azul, sobre la tierra,
Cual si de alma virgen la sombría
Humanidad sangrienta perfumasen,
Su luz benigna las estrellas vierten
¡Esposas del silencio! -y de las flores
Tal el aroma vago se levanta.

Dadme lo sumo y lo perfecto: dadme
Un dibujo de Angelo: una espada
Con puño de Cellini, más hermosa
Que las techumbres de marfil calado
Que se place en labrar Naturaleza.
El cráneo augusto dadme donde ardieron
El universo Hamlet y la furia
Tempestuosa del moro: -la manceba
India que a orillas del ameno río
Que del viejo Chichén los muros baña
A la sombra de un plátano pomposo
Y sus propios cabellos, el esbelto
Cuerpo bruñido y nítido enjugaba.
Dadme mi cielo azul..., dadme la pura,
La inefable, la plácida, la eterna
Alma de mármol que al soberbio Louvre
Dio, cual su espuma y flor, Milo famosa.



¡OH, MARGARITA!
Una cita a la sombra de tu oscuro
Portal donde el friecillo nos convida
A apretarnos los dos, de tan estrecho
Modo, que un solo cuerpo los dos sean:
Deja que el aire zumbador resbale,
Cargado de salud, como travieso
Mozo que las corteja, entre las hojas,
Y en el pino
Rumor y majestad mi verso aprenda.
Sólo la noche del amor es digna.
La soledad, la oscuridad convienen.
Ya no se puede amar, ¡oh Margarita!



ÁGUILA BLANCA
De pie, cada mañana,
Junto a mi áspero lecho está el verdugo.
Brilla el sol, nace el mundo, el aire ahuyenta
Del cráneo la malicia,
Y mi águila infeliz, mi águila blanca,
Que cada noche en mi alma se renueva,
Al alba universal las alas tiende
Y, camino del sol, emprende el vuelo.

[espacio en blanco]

Y en vez del claro vuelo al sol altivo
Por entre pies ensangrentada y rota,
De un grano en busca el águila rastrea.

Oh noche, sol del triste, amable seno
Donde su fuerza el corazón revive,
Perdura, apaga el sol, toma la forma
De mujer libre y pura, a que yo pueda
Ungir tus pies, y con mis besos locos
Ceñir tu frente y calentar tus manos.
Librame, eterna noche, del verdugo,
O dale a que me dé con la primera
Alba una limpia y redentora espada.
¿Que con qué la has de hacer? ¡Con luz de estrellas!



AMOR DE CIUDAD GRANDE
De gorja son y rapidez los tiempos.
Corre cual luz la voz; en alta aguja,
Cual nave despeñada en sirte horrenda,
Húndese el rayo, y en ligera barca
El hombre, como alado, el aire hiende.
¡Así el amor, sin pompa ni misterio
Muere, apenas nacido, de saciado!
¡Jaula es la villa de palomas muertas
Y ávidos cazadores! Si los pechos
Se rompen de los hombres, y las carnes
Rotas por tierra ruedan, ¡no han de verse
Dentro más que frutillas estrujadas!

Se ama de pie, en las calles, entre el polvo
De los salones y las plazas; muere
La flor el día en que nace. Aquella virgen
Trémula que antes a la muerte daba
La mano pura que a ignorado mozo;
El goce de temer; aquel salirse
Del pecho el corazón; el inefable
Placer de merecer; el grato susto
De caminar de prisa en derechura
Del hogar de la amada, y a sus puertas
Como un niño feliz romper en llanto;
Y aquel mirar, de nuestro amor al fuego,
Irse tiñendo de color las rosas,
¡Ea, que son patrañas! Pues gquién tiene
Tiempo de ser hidalgo? ¡Bien que sienta,
Cual áureo vaso o lienzo suntuoso,
Dama gentil en casa de magnate!
¡O si se tiene sed, se alarga el brazo
Y a la copa que pasa se la apura!
Luego, la copa turbia al polvo rueda,
¡Y el hábil catador - manchado el pecho
De una sangre invisible - sigue alegre
Coronado de mirtos, su camino!
¡No son los cuerpos ya sino desechos,
Y fosas, y jirones! ¡Y las almas
No son como en el árbol fruta rica
En cuya blanda piel la almíbar dulce
En su sazón de madurez rebosa,
Sino fruta de plaza que a brutales
Golpes el rudo labrador madura!

¡La edad es ésta de los labios senes
De vinillos humanos, esos vasos
Donde el jugo de lirio a grandes sorbos
Sin compasión y sin temor se bebe!
¡Tomad! ¡ Yo soy honrado, y tengo miedo!


Nueva York, abril de 1882



HE VIVIDO: ME HE MUERTO
He vivido: me he muerto: y en mi andante
Fosa sigo viviendo: una armadura
Del hierro montaraz del siglo octavo.
Menos, sí, menos que mi rostro pesa.
Al cráneo inquieto lo mantengo fijo
Porque al rodar por tierra, el mar de llanto
.................. no asombre.
Quejarme, no me quejo: es de lacayos
Quejarse, y de mujeres,
Y de aprendices de la trova, manos
Nuevas en liras viejas: - Pero vivo
Cual si mi ser entero en un agudo
Desgarrador sollozo, se exhalara.-
De tierra, a cada sol mis restos propios
Recojo, presto los apilo a rastras,
A la implacable luz y a los voraces
Hombres, cual si vivieran los paseo:
Mas si frente a la luz me fuese dado
Como en la sombra do duermo, al polvo
Mis disfraces echar, viérase súbito
Un cuerpo sin calor venir a tierra
Tal como un monte muerto que en sus propias
Inanimadas faldas se derrumba.

He vivido: al deber juré mis armas
Y ni una vez el sol dobló las cuestas
Sin que mi lidia y mi victoria viere: -
¡Ni hablar, ni ver, ni pensar yo quisiera!
Cruzando los brazos como en nube
Parda, en mortal sosiego me hundiría.
De noche, cuando al sueño a sus soldados
En el negro cuartel llama la vida,
La espalda vuelvo a cuanto vive: al muro
La frente doy, y como jugo y copia
De mis batallas en la tierra miro -
¡La rubia cabellera de una niña
Y la cabeza blanca de un anciano!



ESTROFA NUEVA
¡Cuando, oh Poesía,
Cuando en tu seno reposar me es dado!
Ancha es y hermosa y fúlgida la vida.
¡Que éste o aquél o yo vivamos tristes,
Culpa de éste o aquél será, o mi culpa!
Nace el corcel, del ala más lejano
Que el hombre, en quien el ala encumbradora
Ya en los ingentes brazos se diseña.
Sin más brida que el viento el corcel nace
Espoleador y flameador; ¡al hombre
La vida echa sus riendas en la cuna!
Si las tuerce o revuelve y si tropieza
Y da en atolladero, a sí se culpe
Y del incendio o del zarzal redima
La destrozada brida: sin que al noble
Sol y .......... vida desafíe.
De nuestro bien o mal autores somos,
Y cada cual autor de sí; la queja
l En blanco, en el original.
A la torpeza y la deshonra añade
De nuestro error. ¡Cantemos, sí, cantemos,
Aunque las hidras nuestro pecho roan,
La hermosura y grandeza de la vida,
El Universo colosal y hermoso!

Un obrero tiznado; una enfermiza
Mujer, de faz enjuta y dedos gruesos;
Otra que al dar al Sol los entumidos
Miembros en el taller, como una egipcia
Voluptuosa y feliz, la saya burda
En las manos recoge y canta, y danza;
Un niño que sin miedo a la ventisca,
Como el soldado con el arma al hombro,
Va con sus libros a la escuela; el denso
Rebaño de hombres que en silencio triste
Sale a la aurora y con la noche vuelve,
Del pan del día en la difícil busca,
Cual la luz a Memnón, mueven mi lira.
Los niños, versos vivos, los heroicos
Y pálidos ancianos, los oscuros
Hornos donde en bridón o tritón truecan
Los hombres victoriosos las montañas,
Astiánax son y Andrómaca mejores,
Mejores, sí, que las del viejo Homero.

Naturaleza, siempre viva: el mundo
De minotauro yendo a mariposa,
Que de rondar el Sol enferma y muere;
La sed de Iuz, que como el mar salado
La de los labios, con el agua amarga
De la vida se irrita; la columna
Compacta de asaltantes que sin miedo
Al Dios de ayer sobre los flacos hombros
La mano libre y desferrada ponen,
Y los ligeros pies en el vacío,
Poesía son y estrofa alada, y grito
Que ni en tercetos ni en octava estrecha
Ni en remilgados serventesios caben.

¡Vaciad un monte; en tajo de Sol vivo
Tallad un plectro; o de la mar brillante
El seno rojo y nacarado, el molde
De la triunfante estrofa nueva sea!
¡Como nobles de Nápoles, fantasmas
Sin carnes ya y sin sangre, que en polvosos
Palacios muertos con añejas chupas
De comido blasón, a paso sordo
Andan, y al mundo que camina enseñan
Como un grito sin voz, la seca encía,
Así, sobre los árboles cansados,
Y los ciriales rotos, y los huecos
De oxidadas diademas, duendecillos
Con chupa vieja y metro viejo asoman!
¡No en tronco seco y muerto hacen sus nidos,
Alegres recaderos de mañana,
Las lindas aves cuerdas y gentiles!
Ramaje quieren suelto y denso, y tronco
Alto y robusto, en fibra rico y savia.
Mas con el Sol se alza el deber; se pone
Mucho después que el Sol; de la hornería
Y su batalla y su fragor cansada
La mente plena en el rendido cuerpo,
Atormentada duerme, ¡como el verso
Vivo en los aires, por la lira rota
Sin dar sonidos desalado pasa!
Perdona, pues, oh estrofa nueva, el tosco
Alarde de mi amor. Cuando, oh Poesía,
Cuando en tu seno reposar me es dado.



MUJERES
Esta, es rubia; ésa, oscura; aquélla, extraña
Mujer de ojos de mar y cejas negras;
Y una cual palma egipcia, alta y solemne,
Y otra como un canario gorjeadora.
Pasan y muerden; los cabellos luengos
Echan, como una red; como un juguete
La lánguida beldad ponen al labio
Casto y febril del amador que a un templo
Con menos devoción que al cuerpo llega
De la mujer amada; ella, sin velos
Yace, ¡y a su merced!, él, casto y mudo,
En la inflamada sombra alza dichoso
Como un manto imperial de luz de aurora.
Cual un pájaro loco en tanto ausente
En frágil rama y en menudas flores,
De la mujer el alma travesea.
Noble furor enciende al sacerdote,
Y a la insensata, contra el ara augusta
Como una copa de cristal rompiera.
Pájaros, sólo pájaros: el alma
Su ardiente amor reserva al universo.

II
Vino hirviente es amor: del vaso afuera,
Echa, brillando al sol, la alegre espuma,
Y en sus claras burbujas, desmayados
Cuerpos, rizosos niños, cenadores
Fragantes y amistosas alamedas
Y juguetones ciervos se retratan.
De joyas, de esmeraldas, de rubíes,
De ónices y turquesas y del duro
Diamante, al fuego eterno derretidos,
Se hace el vino satánico. Mañana
El vaso sin ventura que lo tuvo,
Cual comido de hienas, y espantosa
Lava mordente, se verá quemado.
III
Bien duerma, bien despierte, bien recline,
– Aunque no lo reclino – bien de hinojos,
Ante un niño que juega el cuerpo doble,
Que no se dobla a viles ni a tiranos,
Siento que siempre estoy en pie. Si-suelo,
Cual del niño en los rizos suele el aire
Benigno, en los piadosos labios tristes
Dejar que vuele una sonrisa, es cierto
Que así, sépalo el mozo, así sonríen
Cuantos nobles y crédulos buscaron
El sol eterno en la belleza humana.
Sólo hay un vaso que la sed apague
De hermosura y amor: Naturaleza
Abrazos deleitosos, hibleos besos
A sus amantes pródiga regala.
IV
Para que el hombre los tallara, puso
El monte y el volcán Naturaleza;
El mar, para que el hombre ver pudiese
Que era menor que su cerebro; en horno
Igual, sol, aire y hombres elabora.
Porque los dome, el pecho al hombre inunda
Con pardos brutos y con torvas fieras.
¡ Y el hombre no alza el monte; no en el libre
Aire ni en sol magnífico se trueca,
Y en sus manos sin honra, a las sensuales
Bestias del pecho el corazón ofrece!
A las pies de la esclava vencedora
El hombre yace deshonrado, muerto.


ASTRO PURO

De un muerto, que al calor de un astro puro,
De paso por la tierra, como un manto
De oro sintió sobre sus huesos tibios
El polvo de la tumba; al sol radiante
Resucitó gozoso, vivió un día,
Y se volvió a morir, son estos versos:

Alma piadosa que a mi tumba llamas
Y cual la blanca luz de astros de enero,
Por el palacio de mi pecho en ruinas
Entrase, irradias, y los restos fríos
De los que en él voraces habitaron
Truecas, ¡oh maga!, en cándidas palomas;
Espíritu, pureza, luz, ternura,
Ave sin pies que el ruido humano espanta,
Señora de la negra cabellera,
El verso muerto a tu presencia surge
Como a las dulces horas del rocío
En el oscuro mar el sol dorado.
Y álzase por el aire cuanto existe
Cual su manto, en el vuelo recogiendo,
Y a ti llega, y se postra y por la tierra
En colosales pliegues
Con majestad de púrpura romana.

Besé tus pies, te vi pasar, señora.
¡Perfume y luz tiene por fin la tierra!
El verso aquel que a dentelladas duras
La vida diaria y ruin me remordía
Y en ásperos retazos, de mis secos
Y codiciosos labios se exhalaba,
Ora triunfante y melodioso bulle.
Y como ola del mar al sol sereno,
Bajo el espacio azul rueda en espuma:
¡Oh mago, oh mago amor!
Ya compañía
Tengo para afrontar la vida eterna.
Para la hora de la luz, la hora
De reposo y de flor, ya tengo cita.

Esto diciendo, los abiertos brazos
Tendió el cantor como a abrazar. El vivo
Amor que su viril estrofa mueve
Sólo duró lo que su estrofa dura.
Alma infeliz el alma ardiente, aquella
En que el ascua más leve alza un incendio
“ “ “ ........ y el sueño
Que vio esplendor, y quiso así, hundióse
Como un águila muerta. El ígneo, el...
Calló, brilló, volvió solo a su tumba.



CRIN HIRSURTA
¿Que corno crin hirsuta de espantado
Caballo que en los troncos secos mira
Garras y dientes de tremendo lobo,
Mi destrozado verso se levanta?...
Sí, pero ¡se levanta! A la manera,
Como cuando el puñal se hunde en el cuello
De la res, sube al cielo hilo de sangre.
Sólo el amor engendra melodías.



A LOS ESPACIOS
A los espacios entregarme quiero
Donde se vive en paz y con un manto
De luz, en gozo embriagador henchido,
Sobre las nubes blancas se pasea,
Y donde Dante y las estrellas viven.
Yo sé, yo sé, porque lo tengo visto
En ciertas horas puras, cómo rompe
Su cáliz una flor, y no es diverso
Del modo, no, con que lo quiebra el alma.
Escuchad, y os diré: - viene de pronto
Como una aurora inesperada, y como
A la primera luz de primavera
De flor se cubren las amables lilas...
¡Triste de mí! contároslo quería,
Y en espera del verso, las grandiosas
Imágenes en fila ante mis ojos
Como águilas alegres vi sentadas.
Pero las voces de los hombres echan
De junto a mí las nobles aves de oro.
Ya se van, ya se van. Ved cómo rueda
La sangre de mi herida.
Si me pedís un símbolo del mundo
En estos tiempos, vedlo: un ala rota.
Se labra mucho el oro. ¡EI alma apenas!
Ved cómo sufro. Vive el alma mía
Cual cierva en una cueva acorralada.
¡Oh, no está bien; me vengaré, llorando!



PÓRTICO
Frente a las casas ruines, en los mismos
Sacros lugares donde Franklin bueno
Citó al rayo y lo ató, por entre truncos
Muros, cerros de piedra, boqueantes
Fosos, y los cimientos asomados
Como dientes que nacen a una encía,
Un pórtico gigante se elevaba.
Rondaba cerca de él la muchedumbre
........ que siempre en torno
De las fábricas nuevas se congrega.
Cuál, que ésta es siempre distinción de necios,
Absorto ante el tamaño; piedra el otro
Que no penetra el Sol, y cuál en ira
De que fuera mayor que su estatura.
Entre el tosco andamiaje, y las nacientes
Paredes, aquel pórtico,
En un cráneo sin tope parecía
Un labio enorme, lívido e hinchado.
Ruedas y hombres el aire sometieron;
Trepaban en la sombra; más arriba
Fueron que las iglesias; de las nubes
La fábrica magnífica colgaron:
Y en medio entonces de los altos muros
Se vio el pórtico en toda su hermosura.



MANTILLA ANDALUZA
¿Por qué no acaba todo, ora que puedes
Amortajar mi cuerpo venturoso
Con tu mantilla, pálida andaluza?
¡No me avergüenzo, no, de que me encuentren
Clavado el corazón con tu peineta!

¡Te vas! Como invisible escolta, surgen
Sobre sus tallos frescos, a seguirte
Mis jazmines sin mancha y mis claveles.
¡Te vas! ¡Todos se van! Y tú me miras,
Oh perla pura en flor, como quien echa
En honda copa joya resonante,
Y a tus manos tendidas me abalanzo
Como a un cesto de frutas un sediento.

De la tierra mi espíritu levantas
Como el ave amorosa a su polluelo.



[Sin título]
Como nacen las palmas en la arena
Y la rosa en la orilla al mar salobre,
Así de mi dolor mis versos surgen
Convulsos, encendidos, perfumados.
Tal en los mares sobre el agua verde,
La vela hendida, el mástil trunco, abierto
A las ávidas olas el costado,
Después de la batalla fragorosa
Con los vientos, el buque sigue andando.

¡Horror, horror! ¡En tierra y mar no había
Más que crujidos, furia, niebla y lágrimas!
Los montes, desgajados sobre el llano
Rodaban; las llanuras, mares turbios,
En desbordados ríos convertidas,
Vaciaban en los mares; un gran pueblo
Del mar cabido hubiera en cada arruga;
Estaban en el cielo las estrellas
Apagadas; los vientos en jirones
Revueltos en la sombra, huían, se abrían,
Al chocar entre sí, y se despeñaban;
En los montes del aire resonaban
Rodando con estrépito; ¡en las nubes
Los astros locos se arrojaban llamas!

Río luego el Sol; en tierra y mar lucía
Una tranquila claridad de boda.
¡Fecunda y purifica la tormenta!
Del aire azul colgaban ya, prendidos
Cual gigantescos tules, los rasgados
Mantos de los crespudos vientos, rotos
En el fragor sublime. ¡Siempre quedan
Por un buen tiempo Iuego de la cura
Los bordes de la herida sonrosados!
Y el barco, como un niño, con las olas
Jugaba, se mecía, traveseaba.



ODIO EL MAR
Odio el mar, sólo hermoso cuando gime
Del barco domador bajo la hendente
Quilla, y como fantástico demonio
De un manto negro colosal tapado,
Encórvase a los vientos de la noche
Ante el sublime vencedor que pasa: -
Y a la luz de los astros, encerrada
En globos de cristales, sobre el puente
Vuelve un hombre impasible la hoja a un libro.-

Odio el mar: vasto y llano, igual y frío
No cual la selva hojosa echa sus ramas
Como sus brazos, a apretar al triste
Que herido viene de los hombres duros
Y del bien de la vida desconfía;
No cual honrado luchador, en suelo
Firme y pecho seguro, al hombre aguarda
Sino en traidora arena y movediza,
Cual serpiente letal.- También los mares,
El sol también, también Naturaleza
Para mover el hombre a las virtudes,
Franca ha de ser, y ha de vivir honrada -
Sin palmeras, sin flores, me parece
Siempre una tenebrosa alma desierta.

Que yo voy muerto, es claro: a nadie importa
Y ni siquiera a mí, pero por bella,
Ignea, varia, inmortal, amo la vida.

Lo que me duele no es vivir; me duele
Vivir sin hacer bien. Mis penas amo,
Mis penas, mis escudos de nobleza.
No a la próvida vida haré culpable
De mi propio infortunio, ni el ajeno
Coce envenenaré con mis dolores.
Buena es la tierra, la existencia es santa.
Y en el mismo dolor, razones nuevas
Se hallan para vivir, y goce sumo,
Claro como una aurora y penetrante.

Mueran de un tiempo y de una vez los necios
Que porque el llanto de sus ojos surge
Más grande y más hermoso que los mares.
Odio el mar, muerto enorme, triste muerto
De torpes y glotonas criaturas
Odiosas habitado: se parecen
A los ojos del pez que de harto expira,
Los del gañán de amor que en brazos tiembla
De la horrible mujer libidinosa: -
Vilo, y lo dije: - algunos son cobardes,
Y lo que ven y lo que sienten callan:
Yo no: si hallo un infame al paso mío,
Dígole en lengua clara: ahí va un infame,
Y no, como hace el mar, escondo el pecho.
Ni mi sagrado verso nimio guardo
Para tejer rosarios a las damas
Y máscaras de honor a los ladrones.

Odio el mar, que sin cólera soporta
Sobre su lomo complaciente, el buque
Que entre música y flor trae a un tirano.



[sin título}
NOCHE DE MAYO en algunas ediciones
Con un astro la tierra se ilumina;
Con el perfume de una flor se llenan
Las ámbitos inmensos. Como vaga,
Misteriosa envoltura, una luz tenue
Naturaleza encubre, y una imagen
Misma del linde en que se acaba brota
Entre el humano batallar. ¡Silencio!
¡En el color, oscuridad! ¡Enciende
El sol al pueblo bullicioso y brilla
La blanca luz de luna! En los ojos
La imagen va, porque si fuera buscan
Del vaso herido la admirable esencia,
En haz de aromas a los ojos surge;
Y si al peso del párpado obedecen,
¡Como flor que al plegar las alas pliega
Consigo su perfume, en el solemne
Templo interior como lamento triste
La pálida figura se levanta!
¡Divino oficio! El Universo entero,
Su forma sin perder, cobra la forma
De la mujer amada, y el esposo
Ausente, el cielo póstumo adivina
Por el casto dolor purificado.



BANQUETE DE TIRANOS
Hay una raza vil de hombres tenaces
De sí propios inflados, y hechos todos,
Todos del pelo al pie, de garra y diente;
Y hay otros, como flor, que al viento exhalan
En el amor del hombre su perfume.
Como en el bosque hay tórtolas y fieras
Y plantas insectívoras y pura
Sensitiva y clavel en los jardines.
De alma de hombres los unos se alimentan:
Los otros su alma dan a que se nutran
Y perfumen su diente los glotones,
Tal como el hierro frío en las entrañas
De la virgen que mata se calienta.

A un banquete se sientan los tiranos,
Pero cuando la mano ensangrentada
Hunden en el manjar, del mártir muerto
Surge una luz que les aterra, flores
Grandes como una cruz súbito surgen
Y huyen, rojo el hocico, y pavoridos
A sus negras entrañas los tiranos.
Los que se aman a sí, los que la augusta
Razón a su avaricia y gula ponen:
Los que no ostentan en la frente honrada
Ese cinto de luz que en el yugo funde
Como el inmenso sol en ascuas quiebra
Los astros que a su seno se abalanzan:
Los que no llevan del decoro humano
Ornado el sano pecho: los menores
Y los segundones de la vida, sólo
A su goce ruin y medro atentos
Y no al concierto universal.

Danzas, comidas, músicas, harenes,
Jamás la aprobación de un hombre honrado.
Y si acaso sin sangre hacerse puede,
Hágase... clávalos, clávalos
En el horcón más alto del camino
Por la mitad de la villana frente.
A la grandiosa humanidad traidores,
Como implacable obrero
Que un féretro de bronce clavetea,
Los que contigo
Se parten la nación a dentelladas.



COPA CON ALAS
Una copa con alas gquién la ha visto
Antes que yo? Yo ayer la vi. Subía
Con lenta majestad, como quien vierte
Oleo sagrado; y a sus dulces bordes
Mis regalados labios apretaba.
¡Ni una gota siquiera, ni una gota
Del bálsamo perdí que hubo en tu beso!

Tu cabeza de negra cabellera
¿Te acuerdas? con mi mano requería,
Porque de mí tus labios generosos
No se apartaran. Blanda como el beso
Que a ti me transfundía, era la suave
Atmósfera en redor; ¡la vida entera
Sentí que a mí abrazándote, abrazaba!
¡Perdí el mundo de vista, y sus ruidos
Y su envidiosa y bárbara batalla!
Una copa en los aires ascendía
¡Y yo, en brazos no vistos reclinado
Tras ella, asido de sus dulces bordes,
Por el espacio azul me remontaba!

¡Oh amor, oh inmenso, oh acabado artista!
En rueda o riel funde el herrero el hierro;
Una flor o mujer o águila o ángel
En oro o plata el joyador cincela;
¡Tú sólo, sólo tú, sabes el modo
De reducir el Universo a un beso!



ÁRBOL DE MI ALMA
Como un ave que cruza el aire claro,
Siento hacia mí venir tu pensamiento
Y acá en mi corazón hacer su nido.
Abrese el alma en flor; tiemblan sus ramas
Como los labios frescos de un mancebo
En su primer abrazo a una hermosura;
Cuchichean las hojas; tal parecen
Lenguaraces obreras y envidiosas,
A la doncella de la casa rica
En preparar el tálamo ocupadas.
Ancho es mi corazón, y es todo tuyo.
¡Todo lo triste cabe en él, y todo
Cuanto en el mundo llora, y sufre, y muere!
De hojas secas, y polvo, y derruidas
Ramas lo limpio; bruño con cuidado
Cada hoja, y los tallos; de las flores
Los gusanos y el pétalo comido
Separo; oreo el césped en contorno
Y a recibirte, oh pájaro sin mancha,
¡Apresto el corazón enajenado!



LUZ DE LUNA
Esplendía su rostro; por los hombros
Rubias guedejas le colgaban; era
Una caricia su sonrisa: era
Ciego de nacimiento: parecía
Que veía: tras los párpados callados
Como un lago tranquilo, el alma exenta
Del horror que en el mundo ven los ojos,
Sus apacibles aguas deslizaba:
Tras los párpados blancos se veían
Aves de plata, estrellas voladoras,
En unas grutas pálidas los besos
Risueños disputándose la entrada,
Y en el dorso de cisnes navegando
Del cielo fiel los pensamientos puros.

Como una rama en flor, al sosegado
Río silvestre que hacia el mar camina,
Una afable mujer se asomó al ciego:
Tembló, encendióse, se cubrió de rosas,
Y las pálidas manos del amante
Besó cien veces, y llenó con ellas:
En la misma guirnalda entrelazados
Pasan los dos la generosa vida:
Tan grandes son las flores que a su sombra
Suelen dormir la prolongada siesta.

Cual quien enfrena a un potro que husmeando
Campo y batalla, en el portal sujeto
Mira, como quien muerde, al amo duro,
Así, rebelde a veces, tras sus ojos
El pobre ciego el alma sujetaba.
- ¡Oh, si vieras! - los necios le decían
Que no han visto en sus almas - ¡oh, si vieras
Cuando sobre los trigos requemados,
Su ejército de rayos el sol lanza,
Cómo chispean, cómo relucen, cómo,
Asta al aire, el hinchado campamento
Los cascos mueve y el plumón lustrosos!
¡Si vieras cómo el mar, roto y negruzco
Vuelca al barco infeliz, y encumbra al fuerte;
Si vieses, infeliz, cómo la Tierra
Cuando la Luna llena la ilumina,
Desposada parece que en los aires
Buscando va, con planta perezosa,
La casa florecida de su amado!
- ¡Ha de ser, ha de ser como quien toca
La cabeza de un niño!

- Calla, ciego.

Es como asir en una flor la vida.
De súbito vio el ciego.- Esta que esplende,
Dijéronle, es la Luna. ¡Mira, mira
Qué mar de luz! ¡Abismos, ruinas, cuevas,
Todo por ella casto y blando luce
Como de noche el pecho de las tórtolas!
- ¿Nada más? - dijo el ciego, y retornando
A su amada celosa los ya abiertos
Ojos, besóle la temblante mano
Humildemente, y di]ole: - No es nueva,
Para el que sabe amar, la luz de luna.



FLOR DE HIELO
(Al saber que era muerto Manuel Ocaranza)
[Manuel Ocaranza murió en 1875; pintor mexicano, amigo de Martí.]
¡Mírala! ¡Es negra! ¡Es torva! Su tremenda
Hambre la azuza. Son sus dientes hoces;
Antro su fauce; secadores vientos
Sus hálitos; su paso, ola que traga
Huertos y selvas; sus manjares, hombres.
¡Viene! ¡escondeos, oh caros amigos,
Hijo del corazón, padres muy caros!
Do asoma, quema; es sorda, es ciega: -
El hambre
Ciega el alma y los ojos. ¡Es terrible
El hambre de la Muerte!

No es ahora
La generosa, la clemente amiga
Que el muro rompe al alma prisionera
Y le abre el claro cielo fortunado;
No es la dulce, la plácida, la pía
Redentora de tristes, que del cuerpo,
Como de huerto abandonado, toma
El alma adolorida, y en más alto
Jardín la deja, donde blanda luna
Perpetuamente brilla, y crecen sólo
En vástagos en flor blancos rosales;
No la esposa evocada; no la eterna
Madre invisible, que los anchos brazos,
Sentada en todo el ámbito solemne,
Abre a sus hijos, que la vida agosta,
Y a reposar y a reparar sus bríos
Para el fragor y la batalla nueva
Sus cabezas igníferas reclina
En su puro y jovial seno de aurora.

¡No; aun a la diestra del Señor sublime
Que envuelto en nubes, con sonora planta
Sobre cielos y cúspides pasea;
Aun en los bordes de la copa dívea
En colosal montaña trabajada
Por tallador cuyas tundentes manos
Hechas al rayo y trueno fragorosos
Como barro sutil la roca herían;
Aun a los lindes del gigante vaso
Donde se bebe al fin la paz eterna,
El mal, como un insecto, sus oscuros
Anillos mueve y sus antenas clava,
Artero, en los sedientos bebedores!

Sierva es la Muerte: sierva del callado
Señor de toda vida: ¡salvadora
Oculta de los hombres! Mas el ígneo
Dueño a sus siervos implacable ordena
Que hasta rendir el postrimer aliento,
A la sombra feliz del mirto de oro,
El bien y el mal el seno les combatan;
Y sólo las eternas rosas ciñe
Al que a sus mismos ojos el mal torvo
En batalla final convulso postra.
Y pío entonces en la seca frente
Da aquel, en cuyo seno poderoso
No hay muerte ni dolor, un largo beso.
Y en la Muerte gentil, la Muerte misma,
¡Lidian el bien y el mal...! ¡Oh dueño rudo,
A rebelión y a admiración me mueve
Este misterio de dolor, que pena
La culpa de vivir, que es culpa tuya,
Con el dolor tenaz, martirio nuestro!
¿,Es tu seno quizá tal hermosura
Y el placer de domar la interna fiera
Gozo tan vivo, que el martirio mismo
Es precio pobre a la final delicia?
¡Hora tremenda y criminal, oh Muerte,
Aquella en que en tu seno generoso
El hambre ardió, y en el ilustre amigo
Seca posaste la tajante mano!
¡No es, no, de tales víctimas tu empresa
Poblar la sombra! De cansados ruines,
De ancianos laxos, de guerreros flojos
Es tu oficio poblarla, y en tu seno
Rehacer al viejo la gastada vida
Y al soldado sin fuerzas la armadura.
¡Mas el taller de los creadores sea,
¡Oh Muerte! de tus hambres reservado!
¡Hurto ha sido; tal hurto, que en la sola
Casa, su pueblo entero los cabellos
Mesa, y su triste amigo solitario
Con gestos grandes de dolor sacude,
Por él clamando, la callada sombra!
¡Dime, torpe hurtadora, di el oscuro
Monte donde tu recia culpa amparas;
Y donde con la seca selva en torno,
Cual cabellera de tu cráneo hueco,
En lo profundo de la tierra escondes
Tu generosa víctima! ¡Di al punto
El antro, y a sus puertas con el pomo
Llamaré de mi espada vengadora!
Mas, ¡ay! ¿Que a dó me vuelvo? ¿,Qué soldado
A seguirme vendrá? ¡Capua es la tierra,
Y de orto a ocaso, y a los cuatro vientos!
No hay más, no hay más que infames desertores,
De pie sobre sus armas enmohecidas
En rellenar sus arcas afanados.

No de mármol son ya, ni son de oro,
Ni de piedra tenaz o hierro duro
Los divinos magníficos humanos.
De algo más torpe son: ¡jaulas de carne
Son hoy los hombres, de los vientos crueles
Por mantos de oro y púrpura amparados,
Y de la jaula en lo interior, un negro
Insecto de ojos ávidos y boca
Ancha y febril, retoza, come, ríe!
¡Muerte! el crimen fue bueno: ¡guarda, guarda
En la tierra inmortal tu presa noble!



CON LETRAS DE ASTROS
Con letras de astros el horror que he visto
En el espacio azul grabar querría
En la llanura, muchedumbre: - en lo alto
Mientras que los de abajo andan y ruedan
Y sube olor de frutas estrujadas,
Olor de danza, olor de lecho, en lo alto
De pie entre negras nubes, y en los hombros
Cual principio de alas se descuelgan,
Como un monarca sobre un trono, surge
Un joven bello, pálido y sombrío.
Como estrella apagada, en el izquierdo
Lado del pecho vésele abertura
Honda y boqueante, bien como la tierra
Cuando de cuajo un árbol se le arranca
Abalánzanse, apriétanse, recógense,
Ante él, en negra tropa, toda suerte
De fieras, anca al viento, y bocas juntas
En una inmensa boca,- y en bordado
Plato de oro bruñido y perlas finas
Su corazón el bardo les ofrece.



MIS VERSOS VAN REVUELTOS
Mis versos van revueltos y encendidos
Como mi corazón: bien es que corra
Manso el arroyo que en fácil llano
Entre céspedes frescos se desliza:
¡Ay! ; pero el agua que del monte viene
Arrebatada; que por hondas breñas
Baja, que la destrozan; que en sedientos
Pedregales tropieza, y entre rudos
Troncos salta en quebrados borbotones,
¿Cómo, despedazada, podrá luego
Cual lebrel de salón, jugar sumisa
En el jardín podado con las flores,
O en pecera de oro ondear alegre
Para querer de damas olorosas? -

Inundará el palacio perfumado,
Como profanación: se entrará fiera
Por los joyantes gabinetes, donde
Los bardos, lindos como abates, hilan
Tiernas quintillas y rimas dulces
Con aguja de plata en blanca seda.
Y sobre sus divanes espantadas
Las señoras, los pies de media suave
Recogerán,- en tanto el agua rota,
Falsa, como todo lo que expira,
Besa humilde el chapín abandonado,
¡Y en bruscos saltos destemplada muere!



POÉTICA
La verdad quiere cetro. El verso mio
Puede, cual paje amamble, ir por lujosas
Salas, de aroma vario y luces ricas
Temblando enamorado o en el cortejo
De una ilustre princesa, o gratas nieves
Repartiendo a las damas. De espadines
Sabe mi verso, y de jubón violeta
Y toca rubia, y calza acuchillada
Sabe de vinos tibios y de amores
Mi verso montaraz; pero el silencio
Del verdadero amor, y la espesura
De la selva prolífica prefiere:
¡Cuál gusta del canario, cuál del águila!



LA POESÍA ES SAGRADA
La poesía es sagrada. Nadie
De otro la tome, sino en sí. Ni nadie
Como a esclava infeliz que el llanto enjuga
Para acudir a su inclemente dueña,
La llame a voluntad: que vendrá entonces
Pálida y sin amor, como una esclava.
Con desmayadas manos el cabello
Peinará a su señora: en alta torre,
Como pieza de gran repostería,
Le aprefará las trenzas; o con viles
Rizados cubrirá la noble frente
Por donde el alma su honradez enseña;
O lo atará mejor, mostrando el cuello,
Sin otro adorno, en un discreto nudo.
¡Mas mientras la infeliz peina a la dama,
Su triste corazón, cual ave roja
De alas heridas, estará temblando
Lejos ¡ay! en el pecho de su amante,
Como en invierno un pájaro en su nido!
¡Maldiga Dios a dueños y tiranos
Que hacen andar los cuerpos sin ventura
Por do no pueden ir los corazones! -



CUENTAN QUE ANTAÑO
Cuentan que antaño,- y por si no lo cuentan,
Invéntolo,- un labriego que quería
Mucho a un zorzal, a quien dejaba libre
Surcar el aire y desafiar el viento -
De cierto bravo halcón librarlo quiso
Que en cazar por el ala adestró astuto
Un senorín de aquellas cercanías,-
Y púsole al zorzal el buen labriego
Sobre sus alas, otras dos, de modo
Que el vuelo alegre al ave no impidiesen.
Salió el sol, y el halcón, rompiendo nubes,
Tras el zorzal, que a la querencia amable
Del labrador inquieto se venía:
Ya le alcanza: ya le hinca: ya estremece
En la mano del mozo el hilo duro:
Mas ¡guay del señorín! : el halcón sólo
Prendió al zorzal, que diestro se le escurre,
Por las alas postizas del labriego.

¡Así, quien caza por la rima, aprende
Que en sus garras se escapa la poesía!



CANTO RELIGIOSO
La fatiga y las sábanas sacudo:
Cuando no se es feliz, abruma el sueño
Y el sueno, tardo al infeliz, y el miedo
A ver la luz que alumbra su desdicha
Resístense los ojos,- y parece
No que en plumones mansos se ha dormido
Sino en los brazos negros de una fiera.
Al aire luminoso, como al río
El sediento peatón, dos labios se abren:
El pecho en lo interior se encumbra y goza
Como el hogar feliz cuando recibe
En Año Nuevo a la familia amada; -
¡ Y brota, frente al sol, el pensamiento!

Más súbito, los ojos se oscurecen,
Y el cielo, y a la frente va la mano
Cual militar que el pabellón saluda:
Los muertos son, los muertos son, devueltos
A la luz maternal: los muertos pasan.

Y sigo a mi labor, como creyente
A quien unge en la sien el sacerdote
De rostro liso y vestiduras blancas -
Practico: en el divino altar comulgo
De la Naturaleza: es mi hostia el alma humana.



¡NO MÚSICA TENAZ...!
¡No, música tenaz, me hables del cielo!
¡Es morir, es temblar, es desgarrarme
Sin compasión el pecho! Si no vivo
Donde como una flor al aire puro
Abre su cáliz verde la palmera,
Si del día penoso a casa vuelvo...
¿Casa dije? ¡No hay casa en tierra ajena!...
¡Roto vuelvo en pedazos encendidos!
Me recojo del suelo: alzo y amaso
Los restos de mí mismo; ávido y triste
Como un estatuador un Cristo roto:
Trabajo, siempre en pie, por fuera un hombre
¡Venid a ver, venid a ver por dentro!
Pero tomad a que Virgilio os guíe...
Si no, estáos afuera: el fuego rueda
Por la cueva humeante: como flores
De un jardín infernal se abren las llagas:
¡ Y boqueantes por la tierra seca
Queman los pies los escaldados leños!
¡Toda fue flor la aterradora tumba!
¡No, música tenaz, me hables del cielo!



EN TORNO AL MÁRMOL ROJO...
En torno al mármol rojo en donde duerme
El corso vil, el Bonaparte infame,
Como manos que acusan, como lívidas,
Desgreñadas crenchas, las banderas
De tanto pueblo mutilado y roto
En pedazos he visto, ensangrentadas!
Bandera fue también el alma mía
Abierta al claro sol y al aire alegre
En una asta, derecha como un pino.-
La vieron y la odiaron, gerifaltes
Pusieron, y celosa halconería a abatirla echaron,
A traer el fleco de oro entre sus picos:
¡Oh! Mucho halcón del cielo azul ha vuelto
Con un jirón de mi alma entre sus garras.
Y ¡sus! yo a izarla - y ¡sus! con piedra y palo
Las gentes a arriarla,- y ¡sus! el pino
Como en fuga alargábase hasta el cielo
¡Y por él mi bandera blanca entraba!
¡Mas tras ella la gente, pino arriba,
Este el hacha, ése daga, aquél ponzoña,
Negro el aire en redor, negras las nubes,
Allí donde los astros son robustos
Pinos de luz, allí donde en fragantes
Lagos de leche van cisnes azules,
Donde el alma entra a flor, donde palpitan,
Susurran, y echan a volar las rosas,
Allí, donde hay amor, allí en las aspas
Mismas de las estrellas me embistieron! -
Por Dios, que aún se ve el asta: mas tan rota
Ya la bandera está, que no hay ninguna
Tan rota y sin ventura como ella
En las que adornan la apagada cripta
¡Donde en su rojo féretro sus puños
Roe despierto el Bonaparte infame! -



YO SACARÉ LO QUE EN EL PECHO TENGO
Yo sacaré lo que en el pecho tengo
De cólera y de horror. De cada vivo
Huyo, azorado, como de un leproso.
Ando en el buque de la vida: sufro
De náuseas y mal de mar: un ansia odiosa
Me angustia las entrañas: ¡quién pudiera
En un solo vaivén dejar la vida!
No esta canción desoladora escribo
En hora de dolor:

¡Jamás se escriba
En hora de dolor! el mundo entonces
Como un gigante a hormiga pretenciosa
Unce al poeta destemplado: escribo
Luego de hablar con un amigo viejo,
Limpio goce que el alma fortifica: -
¡Mas, cual las cubas de madera noble,
La madre del dolor guardo en mis huesos!
¡Ay! ¡mi dolor, como un cadáver, surge
A la orilla, no bien el mar serena!
Ni un poro sin herida: entre la uña
Y la yema, estiletes me han clavado
Que me llegan al pie; se me han comido
Fríamente el corazón: y en este juego
Enorme de la vida, cupo en suerte
Nutrirse de mi sangre a una lechuza.
¡Así hueco y roído, al viento floto
Alzando el puño y maldiciendo a voces,
En mis propias entrañas encerrado!

No es que mujer me engañe, o que fortuna
Me esquive su favor, o que el magnate
Que no gusta de pulcros, me querelle:
Es ¿quién quiere mi vida? es que a los hombres
Palpo, y conozco, y los encuentro malos.-
Pero si pasa un niño cuando lloro
Le acaricio el cabello, y lo despido
Como el naviero que a la mar arroja
Con bandera de gala un barco blanco.

Y si decís de mí blasfemia, os digo
Que el blasfemo sois vos: ¿a qué me dieron
Para vivir en un tigral, sedosa
Ala, y no garra aguda? ¿o por acaso
Es ley que el tigre de alas se alimente?
Bien puede ser: ¡de alas de luz repleto,
Daráse al fin de un tigre luminoso,
Radiante como el Sol, la maravilla! -
¡Apresure el tigral el diente duro!
¡Nútrase en mí: coma de mí: en mis hombros
Clave los grifos bien: móndeme el cráneo,
Y, con dolor, a su mordida en tierra
Caigan deshechas mis ardientes alas!
¡Feliz aquel que en bien del hombre muere!
¡Bésale el perro al matador la mano!

¡Como un padre a sus hijas, cuando pasa
Un galán pudridor, yo mis ideas
De donde pasa el hombre, por quien muero,
Guardo, como un delito, al pecho helado!
Conozco el hombre, y lo he encontrado malo.
¡Así, para nutrir el fuego eterno
Perecen en la hoguera los mejores!
¡Los menos por los más! ¡los crucifixos
Por los crucificantes! En maderos
Clavaron a Jesús: sobre sí mismos
Los hombres de estos tiempos van clavados.
Los sabios de Chichén, la tierra clara
Donde el aroma y el maguey se crían,
Con altos ritos y canciones bellas
Al hondo de cisternas olorosas
A sus vírgenes lindas despeñaban,
A su virgen mejor precipitaban.
Del temido brocal se alzaba luego
A perfumar el Yucatán florido
Como en talle negruzco rosa suave
Un humo de magníficos olores: -
Tal a la vida echa el Creador los buenos:
A perfumar: a equilibrar: ¡ea! clave
El tigre bien sus garras en mis hombros:
Los viles a nutrirse: los honrados
A que se nutran los demás en ellos.

Para el misterio de la Cruz, no a un viejo
Pergamino teológico se baje:
Bájese al corazón de un virtuoso.
Padece mucho un cirio que ilumina:
¡Sonríe, como virgen que se muere,
La flor cuando la siegan de su tallo!
¡Duele mucho en la tierra un alma buena!
De día, luce brava: por la noche
Se echa a llorar sobre sus propios brazos:
Luego que ve en el aire la aurora
Su horrenda, lividez, por no dar miedo
A la gente, con sangre de sus mismas
Heridas, tiñe el miserable rostro,
¡ Y emprende a andar, como una calavera
Cubierta, por piedad, de hojas de rosa!


Diciembre 14



MI POESÍA
Muy fiera y caprichosa es la Poesía,
A decírselo vengo al pueblo honrado:
La denuncio por fiera. Yo la sirvo
Con toda honestidad: no la maltrato;
No la llamo a deshora cuando duerme,
Quieta, soñando, de mi amor cansada,
Pidiendo para mí fuerzas al cielo;
No la pinto de gualda y amaranto
Como aquesos poetas; no le estrujo
En un talle de hierro el franco seno;
Y el cabello dorado, suelto al aire,
Ni con cintas retóricas le cojo:
No: no la pongo en lindas vasijas
Que morirían; sino la vierto al mundo
A que cree y fecunde, y ruede y crezca
Libre cual las semillas por el viento.
Eso sí: cuido mucho de que sea
Claro el aire en su torno; musicales,
- Puro su lecho y limpio surtido -
Los rasos que la amparan en el sueño,

Y limpios y aromados sus vestidos.-
Cuando va a la ciudad, mi Poesía
Me vuelve herida toda, el ojo seco
Y como de enajenado, las mejillas
Como hundidas, de asombro: los dos labios
Gruesos, blandos, manchados; una que otra
Luta de cieno - en ambas manos puras
Y el corazón, por bajo el pecho roto
Como un cesto de ortigas encendido:
Así de la ciudad me vuelve siempre:
Mas con el aire de los campos cura
Bajo del cielo en la serena noche
Un bálsamo que cierra las heridas.
¡Arriba, oh corazón! : ¿quién dijo muerte?

Yo protesto que mimo a mi Poesía:
Jamás en sus vagares la interrumpo,
Ni de su ausencia larga me impaciento.
¡Viene a veces terrible! ¡Ase mi mano,
Encendido carbón me pone en ella
Y cual por sobre montes me la empuja!
Otras ¡muy pocas! viene amable y buena,
Y me amansa el cabello; y me conversa
Del dulce amor, ¡y me convida a un baño!
Tenemos ella y yo, cierto recodo
Púdico en lo más hondo de mi pecho:
¡Envuelto en olorosa enredadera! -
Digo que no la fuerzo, y jamás la adorno,
Y sé adornar; jamás la solicito,
Aunque en tremendas sombras suelo a veces
Esperarla, llorando, de rodillas.
Ella ¡oh coqueta grande! en mi nube
Airada entra, la faz sobre ambas manos
Mirando como crecen las estrellas.

Luego, con paso de ala, envuelta en polvo
De oro, baja hasta mí, resplandeciente.
Viome un día infausto, rebuscando necio -
Perlas, zafiros, ónices, cruces
Para ornarle la túnica a su vuelta.
Ya de un lado, piedras tenía
Cruces y acicaladas en hilera,
Octavas de claveles, cuartetines
De flores campesinas; tríos, dúos
De ardiente licor y pálida azucena.
¡Qué guirnaldas de décimas! ¡qué flecos
De sonoras quintillas! ¡qué ribetes
De pálido romance! ¡qué lujosos
Broches de rima rara! ¡qué repuesto
De mil consonantes serviciales
Para ocultar con juicio las junturas:
Obra, en fin, de suprema joyería! -
Mas de pronto una lumbre silenciosa
Brilla; las piedras todas palidecen,
Como muertas, las flores caen en tierra
Lívidas, sin colores: ¡es que bajaba
De ver nacer los astros mi Poesía! -
Como una cesta de caretas rotas
Eché a un lado mis versos. Digo al pueblo
Que me tiene oprimido mi Poesía:
Yo en todo la obedezco: apenas siento
Por cierta voz del aire que conozco
Su próxima llegada, pongo en fiesta
Cráneo y pecho; levántanse en la mente,
Alados, los corceles; por las venas
La sangre ardiente al paso se dispone;
¡EI aire limpio, alejo los invitados,
Muevo el olvido generoso, y barro
De mí las impurezas de la tierra!
¡No es más pura que mi alma la paloma
Virgen que llama a su primer amigo!
Baja; vierte en mi mano unas extrañas
Flores que el cielo da, flores que queman; -
Como de un mar que sube, sufre el pecho,
Y a la divina voz, la idea dormida,
Royendo con dolor la carne tersa
Busca, como la lava, su camino:
De hondas grietas el agujero Iuego queda,
Como la falda de un volcán cruzado;
Precio fatal de los amores con el cielo:
Yo en todo la obedezco: yo no esquivo
Estos padecimientos, yo le cubro
De unos besos que lloran, sus dos blancas
Manos que así me acabarán la vida.
Yo ¡qué más! cual de un crimen ignorado
Sufro, cuando no viene: yo no tengo
Otro amor en el mundo ¡oh mi Poesía!
¡Como sobre la pampa el viento negro
Cae sobre mí tu enojo!
A mí, que te respeto.
De su altivez me quejo al pueblo honrado:
De su soberbia femenil. No sufre.
Espera. No perdona. Brilla, y quiere
Que con el limpio brillo del acero
Ya el verso al mundo cabalgando salga; -
¡Tal, una loca de pudor, apenas
Un minuto al artista el cuerpo ofrece
para que esculpa en mármol su hermosura! -
¡Vuelan las flores que del cielo bajan,
Vuelan, como irritadas mariposas,
Para jamás volver, las crueles vuelan...





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